46

255 38 10
                                    

“... Aqui estoy,

a tus pies,

esperando ser pisoteado

por tu partida…”

Pov San

Oscuridad, vacío... un llanto angustiado se oye a lo lejos, estoy aturdido, como si estuviera hundido bajo el agua, no siento mi cuerpo.

Una voz rota gritando algo que no entiendo, más llantos y quejas angustiosas.

No puedo abrir los ojos, pero puedo oírte.

“¿Quién eres?, ¿por qué lloras?”.

Puedo escucharte gritar, pero nada en mí responde.

Estoy atrapado.

“Espera, no te vayas… sigue hablando…”

“¡Esa voz… la conozco, sé quién eres!” 

—San, ¡tu omega se muere!, San, despierta, ¡por favor!—

”¿Hongjoong dónde estás? ¿Hongjoong no me oyes?”

“¿Dónde estoy?” “¿por qué está tan oscuro?”

“¡Hong ayúdame, no me dejes, sácame de aquí!”

—¡Hwa!, ¡Hwa!, llama al médico, ¡¡creo que intenta despertar!! ¡¡corre!!—

—San, si me oyes mueve la mano o abre los ojos, por favor, inténtalo—

Tengo el cuerpo adormecido, quiero mover la mano, pero nada, los párpados me pesan demasiado y no puedo abrirlos aunque lo intentó con desesperación.

—Doctor, ha movido los dedos, apenas, pero los ha movido— 

Vuelvo a intentarlo pero mi cuerpo ahora me duele.

—San, si estas ahí intenta abrir los ojos, despacio, sin prisa, ¡vamos joder, inténtalo!—

—San, tu omega te necesita, ¡despierta!—

Luz, miles de pequeñas chispas parpadean y me confunden, los oídos me pitan, me siento flotar.

“¿Dónde estoy?”

—San, mírame— busco el origen del sonido con la cabeza.

—H-hong— apenas mis labios pueden moverse.

—¡Estás aquí!— 

Hongjoong llora y yo no entiendo.

—¿P-por q-qué lloras?— Siento la boca seca y estoy mareado.

—Te explicaremos todo, pero debes mantenerte tranquilo ¿si?— dijo un médico, poniendo una mano sobre mi pecho, para evitar el movimiento de levantarme que empezaba a hacer.

—¿Qué es lo último que recuerdas?— preguntó sentándose a un lado de mi cama.

—Agua— dije.

—¿Agua?— cuestionó.

—Q-quiero agua— esas simples palabras me agotaron como no imaginaba, estaba confundido y toda esa gente mirándome no ayudaba en nada.

Me sentía a punto de entrar en una crisis de nervios, pero el semblante lloroso de Hong lo detuvo.

—¿Por qué lloras?— dije mirándole.

El apenas tragó duro y seco sus lágrimas sonriendo, mientras el doctor me ayudaba a incorporarme un poquito para beber agua, que fue como si encontrara un oasis en medio del desierto, después de caminar horas y horas sin rumbo.

la marca Woosan  Sanwoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora