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"... Si se nos da,

te juro que no te suelto..."



Pov San

Aquella mañana mientras desayunábamos tranquilamente sobre la alfombra con mi omega estaba sentado en mi regazo la puerta de entrada se abrió.

Mingi apareció sin previo aviso, con una sonrisa amigable en el rostro, trayendo un enorme peluche de elefante en sus manos y unas cuantas cervezas de mi preferida en su mochila.

Le miré con incredulidad y desconfianza, dejando caer una sutil pregunta en el aire sin mediar palabra alguna.

Apoyo su espalda contra la madera explicando con voz tranquila mientras se encogía de hombros: — Lo siento San, no se que paso, me dejé llevar por las emociones y reaccioné muy mal, ¿me perdonas?—

Había algo en aquella disculpa que me alertó mis instintos primitivos haciendo ruido por dentro y abracé más fuerte al omega pegándolo a mí como un acto reflejo.

Min no era de disculparse, más bien, él dejaba pasar los días hasta que se te pasara el enojo y aparecía como si nada hubiese pasado, invitándote a unirte a su partida de juego o enseñándote un meme así de la nada.

Algo no me cuadraba, pero decidí no pensar demasiado las cosas y aceptar aquellas disculpas, al fin y al cabo era mi amigo, también era evidente que lo estaba pasando mal.

Suspire e intente empatizar y ponerme en su lugar.

— Claro que te perdono, Min, pasa, es tu casa también— le dije acercándome a él con Wooyoung colgado como un koala gruñendo por lo bajo.

—Omega, te traje un regalo— soltó dulcemente extendiendo el peluche hacia él con una enorme sonrisa que parecía que se la había enganchado detrás de las orejas.

Wooyoung me miró frunciendo el ceño y escondió la cara en mi cuello, rechazando aquel regalo.

Más que enfadarle, pareció que a Min aquel gesto le dio gracia.

—Tómalo e imprégnalo con tu olor, si no, no lo querrá— afirmó entregándomelo entre risas.

Después de un rato Wooyoung canturreaba una canción inentendible a aquel pequeño juguete que tenia en brazos mientras nosotros abrimos las cervezas y nos sentamos en la mesa de la terraza, conversando con calma como siempre habíamos hecho.

El timbre de llamada de mi teléfono se escuchó impaciente entre las risas.

Atendí con prisa al ver el número de la policía.

—¿Diga?— pregunté ansioso.

—Señor Choi, mañana a las cinco de la tarde tiene que presentarse en comisaría para que le tomen declaración— se escuchó del otro lado.

—Allí estaré, que tenga buen día— y colgué la llamada.

Estaba preocupado pero no lo demostré.

Mingi paso con nosotros el resto de la mañana, cuando estaba cerca el mediodía se marchó, pidiendo disculpas otra vez diciendo que aunque no vuelva a vivir conmigo vendría cada día a ver a Wooyoung porque realmente lo extrañaba, supuse que era algo normal aunque ni siquiera pudiera acercarse, porque el rechazo del omega hacia él crecía con cada vez que se veían.

Aquella tarde, mientras él dormía la siesta arrullado en mi cama llamé a Momo para organizarme.

Ella y Min mañana cuidarían a Wooyoung mientras yo declaraba porque nadie más estaba disponible.

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