44

235 35 20
                                    

... No te diré adiós,

solo te susurraré

un hasta luego…”

Pov Wooyoung

Después de catorce intensas horas de vuelo, donde no pude hacer otra cosa que abrazarme con fuerza a Yeonjun, mirar fotos de San en mi teléfono y llorar a mares, llegamos al aeropuerto de Nueva York.

Siempre había querido venir a conocer esta ciudad, soñaba con colarme en algunos de los viajes de mi alfa y recorrer de su mano cada calle y cada parque.

Soñaba algún día poder traer a nuestros cachorros a conocer la oficina del jefe de su padre y esperarlo para ir a tomar un helado en la puerta del edificio.

Tantos planes e ilusiones que ahora se habían hecho añicos en tan solo unas horas, cuantas cosas habían quedado pendientes, por hacer, por decir.

Un futuro juntos era lo que más soñábamos, pero ninguno de los dos imaginó nunca que ese futuro jamás llegaría, que la vida de un ingeniero recién recibido sería tan corta, prohibiéndole formar una familia, tener una casita y una vida plena.

Yeonjun no soltaba mi mano mientras caminábamos para desembarcar y realmente lo agradecí porque no estaba seguro de que mis piernas pudieran sujetarme.

El dolor físico que sentía era tan mínimo comparado por lo destrozado que estaba por dentro, aunque supiera que pronto, en otra vida me reuniría con él,  era desesperante tener la certeza de que yo también iba a morir.

Buscamos un taxi, por primera vez dándonos cuenta que no teníamos ni idea de adonde ir, de donde buscar, a quién preguntar.

Lo único que se nos ocurrió fue ir al departamento de policía de Nueva York, desde donde me habían llamado, seguro ellos tendrían alguna información.

Al llegar, mi cerebro hacía cortocircuito cuando intentaba hablar en inglés, pero logré decir las palabras básicas: —Soy familiar de uno de los pasajeros del vuelo 2805 que se estrelló, necesito que me dé alguna información, por favor— al terminar de decir la frase, otra vez tenía los ojos llenos de lágrimas y el oficial me hizo sentar en su escritorio temiendo que me desplomara allí mismo mientras él hacía unas llamadas.

—Bien, lo único que pude averiguar es que las víctimas fueron todas llevadas al hospital NewYork presbyterian, seguro que allí encontrarán más información, lo siento mucho por lo que está pasando, señor— dijo serio dándome un apretón amigable en el hombro.

—Gracias, ¿puede llamarnos un taxi?---pregunté a lo que él asintió—.

Minutos más tarde ya íbamos de camino al hospital.

—Wooyoung, ¿sabes lo que encontrarás verdad?- preguntó mi hermano acariciándome la mejilla con cuidado.

—Lo sé, yo… solo necesito verlo— contesté sin nada más, por qué la voz se me desgarro solo de pensarlo.

Fue un largo viaje en el que el chofer nos trataba como turistas, queriendo entablar conversación, quizá sin darse cuenta el estado deplorable en el que estábamos, mi marca morada e hinchada, las ojeras enormes debajo de los ojos y aquel gesto de angustia que no se olvida en la vida.

Hizo un gran monólogo durante todo el camino, al que apenas respondíamos con un asentimiento de cabeza, hablaba algo acerca del tráfico, del clima y de lugares bonitos para conocer en Nueva York, incluso nos dijo el nombre de un Restaurante para ir a comer.

—¿Está usted bien?— me preguntó de repente.

¿Cómo le explicas a alguien que habías cruzado medio mundo solo para ver el cuerpo de la persona que amas? ¿cómo le cuentas que tu universo entero acaba de hacerse pedazos?.

la marca Woosan  Sanwoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora