alma ebria

81 15 3
                                    

Me levanté de la cama. Me dolían todos los huesos, no recordaba con exactitud lo que había hecho la noche pasada, pero sabía que era un día lluvioso, por lo que seguramente había invitado a mis amigos y hasta tarde nos habriamos quedado bebiendo cervezas en mi cuarto, pues la habitación emanaba un desagradable olor a alcohol, me resulta raro, pues la cerveza no suele dejar un olor tan fuerte, pero quizá hubiésemos ingerido otras sustancias. Era mi disfrute para acabar bien la semana, una bocharrera con mis amigos de confianza, en mi casa o en la de algunos de ellos. De vez en cuando invitabamos a más amigos, y hacíamos muchas locuras, recuerdo que la primera vez que nos juntamos más personas de lo habitual, fue en casa de Nethan, mi mejor amigo, allí, consumimos extasis y marihuana, fue divertido, una sensación muy diferente.

Abri las persianas de la habitación, pude ver con claridad que no estaba solo. Uno de mis amigos se había quedado dormido en la esquina del dormitorio, casi tumbado po completo, aunque mantenía la cabeza levantada apoyada en la pared. No le quise despertar y me dirigí al cuarto de baño. Me lavé la cara, mis ojos estaban rojos, y mi cara, pálida. Lo relaccione a la resaca. Me dí una larga ducha, activando mi música favorita. Aislandome así del ruido y el murmullo exterior. Parecía oír voces de la habitación próxima, la de mi hermano, pero no podía ser, pues el y junto a mis padres habían marchado de viaje.

Tras una larga ducha, salí a secarme, me coloqué dos toallas, una para mi pelo y otra para mi cuerpo. Abrí el cajón donde guardaba los medicamentos y busqué un gelocatil para reducir el dolor general por beber tanto alcohol la noche pasada. No tuve éxito en mi búsqueda, por lo que volví a mi cuarto, me tumbé en mi cama de nuevo, notando la presencia de algo duro en la cama. Destapé las sábanas pero no había nada. Imaginaciones mías supuse, seguramente no había dormido  lo suficiente. Miré de nuevo a la esquina de mi cuarto y mi compañero, seguía sumido en un profundo sueño. Yo, a pesar de la presencia incomoda de mi cama, caí también en un sueño profundo.

Fue entonces cuando abrí los ojos. Ya no había aquella molesta presencia en mi cama, pues mi cama no estaba, ni las sábanas ni el hedredón, tampoco lo estaba el colchón. Traté de moverme, sin lograr ningún éxito. Me encontraba en un incómodo lugar oscuro. Volví a escuchar los murmullos, los mismos murmullos que había escuchado en el baño, que parecían provenir de mi casa. Probablemente aún no estoy en un estado de sobriedad al completo, pero si lo estoy lo suficiente oara percatarme de que este, no es el lugar en el que yo me dormí. Traté de gritar, de patalear, de hablar, pero parecía que mi cerebro no respondía a mis órdenes. No me rendí, seguí intentándolo. Quizá era todo producto de una mala pesadilla de la que me estaba costando despertar. Probablemente en la noche consumí algún  tipo de droga que ahora me hacía permanecer en ese estado, quizá. Muchas preguntas recorrían mi cabeza.

De manera repentina, una luz invadió aquel extraño lugar donde me encontraba embutido, sin poder moverme. La luz provenía de justo encima de mi cara, una pequeña ventanita se abría. En cuanto pudé ver bien, mis ojos no se lo creían, era imposible. Ahora estaba seguro de que era todo una pesadilla, no podía ser. Encima de mí, contemplaba el rostro se mi madre, que, con los ojos vidriosos me miraba como si  fuera la última vez que lo pudiera hacer. Se cerró la ventanita, y pude escuchar el último sollozo de alguien. Anhelando que todo fuese un sueño. Fue la última vez que pude abrir los ojos, al menos sintiendo mi propio cuerpo, pues ahora lo único que hacía era contemplar los rostros de las personas que asistían a mi funeral.

Al día sigueinte, un periódico lucía un titular en una de las primeras paginas
        *trágico suceso con las drogas*
La pasada noche, dos jóvenes que celebraban una fiesta, Ayan y Nathan, fallecieron repentinamente por el consumo de drogas de diseño mezcladas con grandes cantidades de alcohol. Los dos jovenes fueron encontrados en la misma habitación, uno apoyado contra la esquina del cuarto, y el otro, Ayan, en la cama de esta, envuelto en las sábanas

Relatos oscuros en noches clarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora