hoyos del olvido

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En aquel pequeño lugar donde el agua del río se encontraba con la del mar, haciendo bonitos patrones que terminaban rompiéndose en las rocas del al rededor. Se creaba ahí un arenal que en temporadas de verano se llenaba de personas que hundían sus pies bajo la arena y humedecían su piel en los charcos formados, los más acalorados metían todo su cuerpo y nadaban en aquellas frías aguas que tenían una gran diferencia a la temperatura exterior, la cual casi siempre era acompañaba con un molesto pero bonito sol, que daba brillo a todo aquello. Sin embargo durante el frío invierno pocos pasaban a dejar sus huellas, que luego serían arrastradas por la marea. Era todo ahora tranquilo, solitario y a pesar de lo grisáceo del cielo, estaba la playa incluso más bella que cuando los rayos del sol atraían a todo el que ansiaba disfrutar del calor, llenando de toallas y de gente, lo que aún estando solitario siempre tuvo color. El rugir de las olas llevadas por el viento y el cantar melódico de los pájaros hacia de aquel lugar la perfección.  

Sin embargo interrumpiendo aquel impecable paisaje se encontraba caminando un hombre de cuerpo fornido y cabello corto color carbón. Tenía unos ojos castaño, con una mirada profunda, una nariz de gancho y unos labios anchos. Sus pies descalzos rozaban con la arena y chocaban con algunas de las piedras mientras él, se dejaba llevar por la brisa que hacía a sus ojos llorar. Miraba al mar y levantaba la vista al nublado cielo. Comparaba el estado de sus alborotados pensamientos con todo lo que contemplaba a cada paso, grises como el cielo que buscan encontrar la pureza del agua marina. Recordaba pasear por aquella playa cuando era tan solo un crío, correr con sus amigos y buscar piedras y conchas como colección, estaba seguro de aún tener alguna en su casa. Cansado de moverse llevado por la brisa y la dirección de las olas se sentó cerca de la orilla. Cogió un puñado de arena que apretó en su mano, haciendo que poco a poco se le escapasen los granos por los huecos de esta. Repitió esto varias veces intentando buscar entre las cascadas de arena que se formaban, olvidar todo aquello que le generaba mares de lágrimas. Deseaba ojalá poder simplemente romper todo aquello que le atormentaba como lo hacían las olas al chocar contra las rocas, quería que el mar borrase sus recuerdos. 

Desesperado por encontrar de alguna manera la felicidad de no acordarse de todo aquello en lo que erró. Cavó un hoyo para esconder lo que su mente ahora evocaba. Enterrar el pasado para no volver a ser atacado por él. Solamente quería dejar atrás todo, y pensaba que sería esconder todo la solución. Siguió cavando hasta que lo creyó profundo. Dejo ir todo y se marchó. Cavó un hoyo donde siempre antes levantaba un castillo. Volvió de seguido este hombre, ahora con una pala para facilitar todo, sin embargo, siempre había algo que le entorpecía el camino. La traición del viento que siempre le conducía ahora arrastraba arena para el pozo volver a tapar y a la luz sacar el torturoso pasado. Las olas que con su propia fuerza llenaban de agua aquel agujero y evitaban que se aplastasen. Todo aquello que trataba de preterir se lo devolvían las olas y la brisa de aquella playa. El seguía cavando, cavando para sepultar aquella negatividad que le generaba navegar en sus turbias aguas pasadas. 

Sin éxito y sin avanzar, trataba del hoyo completar, día a día volviéndose a torturar. Se preguntaba que si de verdad todo aquello servía. Era la propia brisa que le guió siempre, la brisa que movió la vela de su barco para que siguiera avanzando la que ahora evitaba que olvidará su pasado. Pues no es el pasado más que lo que nos hace ser personas, que nos hace caer, pero también aprender, esparte del crecimiento personal. Bien se sabe que por enterrar algo por lo que te culpas no va a hacer que pienses en ello, es mejor dejarlo estar que tratar de evadirlo. Por más que te perdones, no valdrá esconderlo, pero tampoco matarte por ello, es humano errar y tambien lo es olvidar, pero al igual que muchos no saben perdonar, muchos otros esconden en Hoyos lo que saben que siempre estará.


Relatos oscuros en noches clarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora