dieciséis

267 26 5
                                    

—¿Te molesta si hago una última parada?— me dijo, y su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Te molesta si hago una última parada?— me dijo, y su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido.

Le miré.

—No, por supuesto que no— musité. A fin de cuentas, si se me permitía estar más tiempo con él, no iba a rehusarme a tal regalo.

—Genial. Quiero saludar a un viejo amigo. Hoy es su cumpleaños. Prometo que no tardaré— estacionó la camioneta en una calle medio vacía y en un instante, él ya se encontraba fuera del auto, abriéndome la puerta para que bajara.

—Acompáñame— me sonrió y me ayudó a bajar. Luego de cerrar la puerta, como hipnotizado le seguí, acatando su orden con el mayor placer.

Caminamos sólo unos pocos metros; ya que, a la mitad de la calle, se situaba un bar-café, a lo que pude entender por los dibujos con luz neón que sobresalían de la pared, a lado de la entrada de madera recién barnizada. Me detuve confundido, cuando Naruto paró también su andar.

—Oh, tranquilo. Aquí son muy amables— musitó, como si adivinara mis pensamientos.

—¿Tú... alguna vez has...?

—¡Oh, no!— se rio, como si hubiese sido una buena broma —Si te refieres a que si he tomado, jamás— aclaró.

El alivió corrió por mis venas. Yo odiaba todo tipo de alcohol que dañaba los sentidos de las personas, aquello les había quitado la vida a mis padres, indirectamente.

—Ven—me tomó de la mano y no dudé en seguirlo, aunque adentrarme a ese horrible lugar era casi igual de espantoso que subir a la montaña rusa.

El montón de lucecitas de colores me encandiló los ojos y el sonido de la música electrónica retumbó en mis oídos. Gente bailando de aquí para allá, con movimientos bruscos de brazos y piernas.

Naruto no me soltó la mano, mucho menos para conducirme por entre la gente danzante, hasta que me llevó hacía el otro extremo y se recargó en la barra con una elegancia extraordinaria.

—Leeie, amico. Piacere di vederti!— dijo Naruto, elevando un poco la voz para que se alcanzara a oír sobre el ruido.

Lee, amigo. ¡Me alegro de verte!

El mozo que limpiaba algunos tarros con un trapo, detrás de la barra, se giró a la voz de Naruto.

—Naruto! Che gioia di vederti qui!—era un sujeto alto, con el cabello color rubio platinado y un tanto despeinado, su rostro era de aspecto viril, sin duda, aunque los labios estaban deliciosamente rosados. Dejó lo que estaba haciendo y se reclinó sobre la barra para darle un abrazo cariñoso a Naruto.

¡Naruto! ¡Qué alegría verte aquí!

—Non potevo mancare il tuo compleanno—su abrazo se prolongó por las palabras de Naruto.

manual de lo prohibido- narusasu adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora