nueve

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—¿Quién eres?— pregunté, ya que su rostro me era conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña

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—¿Quién eres?— pregunté, ya que su rostro me era conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña.

—Tu otro yo— me dijo.

Me solté a reír.

—Sí, claro. No puedes ser mi 'otro yo', ¡yo jamás me vestiría así!— señalé sus prendas.

—Sí, bueno; pero resulta que yo hago cosas que tú normalmente no harías. Como, por ejemplo, aceptar que me gusta Naruto.

—¿Naruto Uzumak?— vociferé, echándome hacía atrás.

—¿Lo ves?— dijo de lo más tranquilo —Tú no lo aceptas, yo sí.

—Naruto no me gusta, ¿estás loco? ¡Es el novio de Sakura!

—Deja la histeria que sabes que tengo razón.

—Demente— farfullé.

—Bueno, ¿y qué si no fuera novio de Sakura? ¿Aceptarías que te gusta?

—No.

Él rio y su risa burlona me incomodó.

—Claro, porque si no fuera novio de Sakura, quizá no lo hubieras conocido— pensó.

—No me gusta Naruto— dije, tajante.

—Repítelo hasta que te lo creas, porque a mí no me engañas— me sonrió.

—¡Guarda silencio!

—¿Por qué? Nadie puede oírnos, sólo estamos tú y yo. Si aceptas que Naruto te gusta, dejaré de molestarte.

—No— me crucé de brazos.

—Como quieras— se encogió de hombros —A fin de cuentas, para eso estoy yo.

—No sé de quién seas la otra parte, porque de mí no.

—Como digas— manoteó restándole importancia a mi comentario —Pero ten en cuenta que yo, sí acepto que Naruto me gusta y no olvides que sí soy parte de ti.

El sudor me perlaba el rostro cuando me desperté jadeante entre las sábanas. Eso sí que había sido una pesadilla. Un extraño y loco sueño, nada más. Miré el reloj, eran las ocho de la mañana. Recordé los planes que tenía con Kiba y salí disparado de la cama para bañarme y vestirme.

Salí entonces a buscar a Kiba pasadas las nueve treinta, y como siempre, esa bonita sonrisa cuadrada en su rostro de ángel me alegró la mañana.

—Hola— me saludó.

—Hola.

—¿Listo para irnos?

—Claro.

Nos encaminamos a su Mustang antiguo, color negro. Me abrió la puerta y luego puso el auto en marcha. El motor rugió bajó nosotros y las llantas comenzaron a rodar.

manual de lo prohibido- narusasu adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora