La última curva

Capítulo 13

Capítulo 13 | "Pepperoni robado"

Asher Warthon

Me movía entre todas las personas de la fiesta. Intentando llegar a las escaleras donde había visto que Dylan y James se habían ido con Alissa.

Volvía de conseguir las cervezas cuando escuché el grito que profirió al caer a la piscina, maldiciéndole a mí mismo haberla dejado sola, al mismo tiempo que maldecía haberme encontrado tan lejos.

Subí las escaleras que me guiaban al segundo piso de dos en dos, no necesité buscar demasiado en cuál de las habitaciones se encontraba la pelinegra, fue fácil adivinarlo.

Era la habitación de donde provenían los desgarradores sollozos.

Nada más entrar, podía verla hecha un ovillo sobre James, con su rostro enterrado en el cuello del rubio mientras de su garganta salían desgarradores sollozos, su cuerpo titiritaba por el frío, como si realmente estuviera congelándose, producto del mismo pánico. Sus manos se aferraban con fuerza a la camiseta mojada de su amigo que intentaba calmarla, sin éxito.

Ambos chicos se percataron de mi presencia, sin embargo, los ignoré a ambos, titubee un poco para acercarme a Alissa, pero lo hice.

— Nena — la llamé, su cuerpo tensándose aún más cuando tomé una de sus manos con la mía.

Maldije al imbécil que decidió aventarla a la piscina cuando conseguí que me devolviera la mirada, con los ojos enrojecidos, haciendo que el verde de sus ojos se viera aún más brillante, con la nariz y pómulos enrojecidos y con el maquillaje algo corrido.

Unos toques en la puerta nos alertaron, era Becka.

— Te he traído algo de ropa.

Alissa finalmente pareció reaccionar brevemente, apartándose de James y acercándose a Becka, quien la envolvió en un pequeño abrazo antes de apartarse.

Sus amigos también se levantaron.

— Estaremos esperándote abajo.

Asintió, caminé hacia la salida, sin embargo, su agarre en mi mano me sorprendió.

— ¿Podrías... quedarte conmigo?

La manera tan vulnerable en que lo pregunta me hace odiar con aún más fuerza al idiota que la empujó a la piscina, asiento sin dudarlo.

Me volteo hacia la pared, dándole privacidad mientras escucho como la ropa mojada cae al sueño, para luego pasados unos minutos en lo que me indica que está lista, volteo de nuevo. No sé de dónde ha sacado la ropa Becka, pero le sienta de maravilla. Un short de tiro alto negro seguido de una camiseta algo grande del mismo color. Incluso ha cambiado sus zapatos, unas zapatillas deportivas negras decoran sus pies.

La veo guardar la ropa húmeda en una pequeña bolsa, titiritando de frío.

— Ven aquí.

Tiro de su mano, dejando la ropa de lado mientras le entrego mi chaqueta.

Sus ojos verdes observan como paso la chaqueta sobre sus hombros. No porta tacones, por lo que debe alzar el rostro para mirarme.

— ¿Quieres recostarte un rato?

Asiente, consigo que ría cuando tiro de su mano hasta caer sobre la cama, atrapándola entre mis brazos y ocasionando mi propia risa cuando se remueve.

— Ni siquiera me he quitado los zapatos — se queja, sin embargo, no se aparta.

— ¿Y qué? Ni siquiera sé de quién es la cama.