Travis
Capítulo 10
Todavía no sé qué diablos hago aquí. Después que mi padre estuviera una hora insistiendo que lo acompañara al pueblo, finalmente accedí. Es difícil, no es como años atrás, que al llegar a estas celebraciones me esperaban mis amigos, bailábamos, jugábamos, hacíamos bromas a las chicas y hasta en varias ocasiones, llegamos a cantar. Ahora los ojos están puestos en mí y no precisamente porque me esperen con alegría. En sus ojos se percibe el temor, la aversión, la indiferencia. Nadie me quiere en este lugar y eso es algo que mi padre jamás entenderá.
Sigo fuera del salón en el que se lleva a cabo la fiesta y también el baile. He venido a un lugar donde hoy habrá un concurso de baile. ¿Quién diablos querrá bailar conmigo? Lo que podría ocurrir es que si salgo a la pista todo el mundo la abandoné. Apago el cigarro con la bota y decido entrar. Enseguida la gente empieza a susurrar por lo bajo. Tenía que haber entrado con mi padre, ahora no tengo idea donde se encuentra. Me quedo en la puerta e intento localizarlo. En mi recorrido, una melena pelirroja capta mi atención.
Madre del amor hermoso, es Aly. Lleva un vestido negro ceñido, uno que realza unas curvas que desconocía. Hacía ya un buen rato que no pensaba en ella. Seguramente esta noche no podré olvidarla. No tengo intención de acercarme a ella y entonces veo que el hombre que está a su lado es mi padre y maldigo en silencio. Con pasos lentos me dirijo hacia ellos.
—Buenas noches —digo entre dientes.
Aly se da la vuelta, abre los ojos como platos y después me brinda una hermosa y radiante sonrisa que me recuerdas los viejos tiempo, que en un instante me traslada al pasado y de repente me veo extendiendo los labios en su totalidad.
—Hijo, pensé que habías regresado al rancho.
—Ganas no me faltaron.
—Aly quiere participar en el baile, pero no tiene con quien bailar. Porque no bailas con ella, como cuando erais pequeños.
—Te has vuelto loco, papá. ¿Qué pensará la gente acerca de Aly?
Dirijo mi mirada hacia a ella, justo en el momento en el que se está encogiendo de hombros y a punto estoy de soltar una carcajada. Ese gesto es tan suyo y me trae tantos recuerdos.
—Venga, Travis —me dice ella—. Ya sabes que Coop y mi padre son un desastre en la pista. Voy a apuntarnos —Sale corriendo y me deja con la palabra en la boca.
—Por dios, papá. Pensé que querías a Aly como a una hija y no haces nada para exponerla delante de todos. Yo sé que has escuchado todo lo que esta gente dice de mí. Has enviado a Aly directo al matadero.
—Yo sé lo que ocurrió y eso es lo que realmente importa. Además, si tanto te preocupa la reputación de Aly, es porque sigues considerándola tu amiga, a pesar del tiempo transcurrido.
—Por supuesto. Aly fue una de mis mejores amigas y eso no cambiará. Pero es que no lo entiendes...
—Listo, por los pelos nos quedamos fuera. Vamos, que ya empieza.
Me sujeta de la mano y de repente parece que absolutamente nada en mi vida ha cambiado. Aly me arrastra por la pista, obligándome a bailar con ella como cuando éramos unos críos. Ella no ve mi rostro, pero ahora mismo trae una enorme sonrisa, que si me descuido puede convertirse en una fuerte carcajada.
Da inicio la música y entonces todo se vuelve mucho más serio. No es solo bailar con Aly y que la gente hable a sus espaldas, no. Es que desde que la vi esta mañana, no la veo como la amiga de cola de caballo y pecas en las mejillas. En un segundo se convirtió en una mujer deseable, la misma que ahora se acomoda entre mis brazos, que huele tan endemoniadamente bien y que tiene la boca más provocativa que he visto en toda mi vida.
La sujeto por la cintura con la mano que tengo libre y su cabeza termina apoyada sobre mi pecho. Como si hubiéramos hecho esto millones de veces. No puedo evitar mirar a mi alrededor, como tampoco me pasa desapercibido el hecho de que la pista está casi vacía.
—Creo que este año ganaremos el primer lugar.
—Claro, nadie ha querido bailar al verme a mí.
Se aparta unos centímetros de mí.
—Ser el paria del pueblo tiene sus ventajas.
Y entonces suelto esa fuerte carcajada que minutos antes me guardé.
—Por unos segundos me recordaste al Travis de nuestra infancia.
—Ya no soy ese Travis, Aly. Es lo que intento que entiendas desde la primera vez que nos volvimos a ver.
—No sé qué te habrá sucedido para que hayas cambiado, Travis. Pero estoy convencida de que mi amigo está por ahí en alguna parte.
Me apunta al corazón con el dedo índice y vuelve a recostar su cabeza en mi hombro.
¿De verdad queda algo de lo que un día fui? La mayoría de las veces lo dudo. Al entrar en esa cárcel olvidé mi pasado y con el transcurro de los años mi futuro se convirtió en algo incierto. Atrás quedaron los recuerdos del chico sonriente que fui en mi adolescencia y también terminé con el hombre encantador que me convertí en la adultez. En ese lugar no me servía de nada ser bondadoso, esa misma bondad fue la que me llevó a esa maldita cárcel. Esa maldita costumbre de ver el lado bueno de las personas, cuando la gran mayoría solo tienen el corazón podrido.
—La pareja cinco queda descalificada —anuncian por los altavoces.
Esa voz me saca de mis pensamientos.
—Ya nos veo brindando con esa botella de vino.
Otra carcajada se escapa de mi boca.
—¿Qué número somos? —le pregunto a Aly.
—El once.
Echo un vistazo a la pista.
—Quedan seis parejas. Bien, vamos a por ese premio.
La aparto de mí y la hago girar. Ella ríe y el corazón se me colma de felicidad, una de la que hace mucho tiempo no disfrutaba. La atraigo de nuevo a mi lado y su cabeza vuelve a encajar en mi pecho, donde ahora el corazón me palpita con fuerza, por esa mujer que una vez fue mi amiga y ahora está rompiendo la coraza que tanto me costó construir.
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Siempre fuiste tú
RomanceCon la vuelta a su pueblo, vuelve un amor del pasado y también un asesino que tenían olvidado. ¿Habrá superado Aly su amor de juventud o todavía existen sentimientos hacia él? ¿Será este el mismo asesino de hace dieciséis años?