Capítulo 1
Alyssa
Unas gotas de perfume detrás de las orejas y estaré lista. Esta noche Andrew me ha invitado a cenar. No es que nunca lo haya hecho antes, es solo que esta vez me ha dicho que necesita decirme algo importante. Llevamos dos años juntos y estoy casi segura que esta noche dará el siguiente paso, por fin va a colocar un anillo en mi dedo anular. Por supuesto me haré la sorprendida, hasta puede que me tome unos segundos para pensar mi respuesta.
Él todavía no lo sabe. La semana pasada me he pedido cambiar de turno en el hospital. De ahora en adelante seré una mujer casada y no puedo ausentarme todas las noches de casa. Es cierto, ni siquiera lo había pensado. ¿Viviremos en su casa? Quizás piense alquilar una más grande. Oh dios mío. Tengo las emociones a flor de piel, tanto que temo estropear la sorpresa. Tomo el bolso y las llaves.
La noche está mucho más fría que días anteriores. En las noticias anunciaron una tormenta de nieve, dudo que suceda tal cosa. Llevo cuatro años viviendo en esta ciudad y nunca he visto ni un triste copo de nieve. Muy diferente a mi pueblo, donde la navidad si es blanca. Todavía recuerdo cuando estuve hace dos años. Fueron unas navidades estupendas. Tome chocolate caliente junto a la fogata, canté villancicos, jugué con mi sobrina en la nieve, participé en el baile de noche vieja y aunque no gané, me lo pasé muy bien.
En ocasiones extraño ese lugar, a mis padres, hermano y sobrina. Lamentablemente, después de haberme graduado y esperar durante seis meses que el señor William decidiera jubilarse —cosa que no hizo—me vi en la obligación de abandonar el pueblo, de buscar otras oportunidades. Las encontré aquí, en la ciudad en la llevo viviendo cuatro años. En estas navidades tenía pensado visitar a mi familia, ahora con la propuesta de Andrew tengo que cambiar de planes. Que tal que quiera presentarme a su familia.
Salgo fuera y echo a andar calle arriba. El viento se me cuela por el cuello y me ajusto el abrigo. No me importa que haga frío, que llueva o nieve. En este momento estoy que salto de alegría y pensar que cuando conocí a Andrew ni siquiera reparé en él. Justo lo conocí en mis primeras navidades en esta ciudad. Emma me había invitado a una fiesta donde nos presentaron. Sin embargo, fue dos semanas después cuando de verdad nos dimos la oportunidad de entablar una conversación.
Bueno, en esa ocasión tampoco di el primer paso. Estaba en mi cafetería favorita y entonces él se me acercó. Tardé unos segundos en recordar su rostro y nombre. Desde ese día se volvió costumbre quedar después del trabajo, en realidad las tardes que me lo permitía mi turno en el hospital. Hasta que una noche me pidió ser su novia.
Es el hombre más romántico que he conocido. Sin importar la fecha, sin estarlo esperando, me envía un ramo de flores al trabajo y no sé cómo lo hace, pero ese ramo llega en el momento en que más lo necesito. Cuando estoy agotada del turno y entonces con ese regalo tan sencillo me lleno de energía para continuar atendiendo a los pacientes que tanto me necesitan.
Al llegar al restaurante el camarero toma mi abrigo. En menos de un segundo localizo a Andrew. No es la primera vez que venimos a este sitio y él siempre pide la misma mesa. La última de la izquierda cerca de la ventana. Me da un beso en la mejilla y me retira la silla. Es tan caballeroso. Amo muchas más cosas en él. Me fascina su sonrisa, como me toma de la mana cuando vamos por la calle, sus besos dulces, tiernos, justo como él.
—Buenas noches, cariño.
—Buenas noches, mi vida —tomo asiento.
Un instante después lo observo con detenimiento. Hay algo distinto en él aparte de que parece nervioso. Enseguida doy por hecho que se debe a la propuesta que tiene pensado hacerme esta noche. No, hay algo más. En su rostro vislumbro una preocupación que no es propia en él. En su empresa va todo bien, habla con sus padres a diario y de haber sucedido algún incidente, me lo hubiera hecho saber por teléfono. Invitarme a cenar me parece demasiado. Dejo a un lado tantas conjeturas y le dedico una de mis mejores sonrisas, que por supuesto me devuelve al instante. Entonces me olvido de todo y el corazón se me rebosa de felicidad, de ese amor que siento por este hombre.
—¿Pedimos?
Asiento.
Levanta la mano y llama al camarero.
Segundos más tarde nos llevan la carta. Yo me pido unas patatas al horno, un bisté, ensalada verde y la tarta sorpresa de la noche. Comemos en total silencio. No sé que decir para romper el hielo, porque es más que obvio que algo sucede. Es un silencio diferente. Siento como que se ha levantado una gran pared entre nosotros, una que no me permite alcanzar a Andrew.
Nuestras miradas se encuentran y no es como en muchas otras ocasiones, en las que Andrew me sonríe y yo le devuelvo la mirada. No, ahora me reciben sus labios rectos.
—Tenemos que hablar.
Enseguida un escalofrío se apodera de mi cuerpo. La espalda se me tensa como la cuerda de un violín y las manos se me humedecen. Dejo el tenedor a un lado. No digo nada, espero paciente mientras el estómago se me contrae.
—Lo he estado pensando.
Asiento.
—Quiero terminar la relación —suelta de sopetón.
No sé si lo que acabo de escuchar es verdad, forma parte de una broma o es un mal sueño. Sus labios se mueven, supongo que continúa hablando, sin embargo, yo ya no escucho nada. En mi mente solo se repite la misma frase una y otra vez. Quiero terminar la relación.
Llevo dos días sin salir de la cama o tres, ya no lo sé y la verdad es que no me importa. Emma me ha estado llamando, no le he cogido la llamada. Necesito estar sola, llorar hasta quedarme seca, sacar a Andrew de mi cabeza y corazón. Entender por qué terminó conmigo. Encontrar una respuesta en este torbellino de pensamientos tan confusos. ¿Qué hice mal? Ni en mil años podría haber imaginado que Andrew pensaba dejarme. No recuerdo que nada fuera mal en nuestra relación. Entonces, ¿qué sucedió?
Después de esa frase que me partió el corazón estuvo hablando. No recuerdo ni una palabra de su conversación. Solo ese molesto zumbido que me azotaba los oídos. Me incorporo e intento hacer memoria. Un minuto después encuentro la respuesta. El muy cabrón me dejó porque se enamoró de otra mujer y yo aquí hecha una mierda por su culpa. Me deshago de la manta, la arrojo al suelo con fuerza, con rabia. No pienso derramar ni una solo lágrima por Andrew, no es más que un imbécil.
Un imbécil que mi tonto corazón todavía sigue amando. Otra vez regresan las lágrimas, me las limpio y tomo varias bocanadas de aire, que por supuesto no son suficientes. No necesito aire, sino otro corazón, uno que no ame a Andrew. Como eso no sucederá, decido abandonar la cama.
Cuando me dirijo al baño escucho el timbre. Los latidos se me aceleran, mi mente traicionera y esperanzada solo puede imaginar a un Andrew arrepentido delante de mi puerta. No es él, entonces vuelvo a llorar y los brazos de Emma me envuelven.
—¿Por qué no contestas mis llamadas? —me pregunta —. He estado muy preocupada.
—Andrew, Andrew me ha dejado —contesto entre lágrimas.
—¿Qué? Pero, ¿qué ha pasado? Creía que todo iba bien entre vosotros.
Me hago a un lado para que entre.
—Yo también pensaba lo mismo. Resulta que el muy cabrón se ha enamorado de otra —me dejo caer en el sofá —. Y yo que pensaba que me pediría matrimonio, ya que llevamos dos malditos años juntos y entonces va y me suelta que quiere terminar.
—Cuanto lo siento, Alyssa.
—Este año había planeado visitar a mi familia, al final lo descarté. Es víspera de navidad y si Andrew me pedía matrimonio habría querido presentarme a sus padres. Solo fui una ilusa.
—Ahora puedes visitar a tu familia.
Me pongo de pie de un salto.
—Tienes razón, que le den a Andrew, su nueva novia y su familia. Yo regreso a casa por navidad.
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Siempre fuiste tú
RomansaCon la vuelta a su pueblo, vuelve un amor del pasado y también un asesino que tenían olvidado. ¿Habrá superado Aly su amor de juventud o todavía existen sentimientos hacia él? ¿Será este el mismo asesino de hace dieciséis años?