Alyssa
Capítulo 21
Llevamos más de cinco minutos aquí, en este espacio reducido, oscuro, íntimo y Travis no ha intentado besarme. No es que haya propiciado este momento, surgió. Aún así, es ideal y él ni siquiera ha mencionado el beso y yo muero por volver a probar sus labios. No me queda más remedio que resignarme, aceptar que ese apasionado beso que a mi me encendió todas las partes del cuerpo, para Travis fue un error.
Lo miro de soslayo, no cabe duda que está tenso, no sé por qué. ¿Será que está incómodo? Seguramente no quiere estar aquí, quizás solo está intentando ser amable. Es Travis y aunque se esfuerza por aparentar que ahora es un hombre diferente, en el fondo pienso que es el mismo. Educado, empático, guapo y ahora también, misterioso.
—Tu padre me ha dicho que os vais donde tu tía para noche vieja.
Gira la cabeza en mi dirección.
—Yo no pienso ir.
Doy un sorbo al vino.
—¿Por qué?
Su mandíbula se tensa.
—No quiero que me hagan preguntas.
—Entonces estarás solo. ¿Por qué no vienes a casa?
—No, será mejor que me quede en el rancho.
—Podría hacerte compañía, como cuando falleció tu madre. No me gustaría que estés solo ese día.
Suelta una risa seca.
—Aly, llevo cuatro años pasando esta fecha solo, en un cuartucho pequeño, oscuro, húmedo, donde solo me rodeaba el dolor y la soledad.
Regresa su mirada al frente.
—Lo siento, Travis. No era mi intención hacerte recordar esa situación.
Pongo una mano en su hombro.
—No te preocupes.
Pone su mano sobre la mía. Permanecemos así durante varios segundos, hasta que Travis se gira. Sus ojos azules me miran y en su mirada vislumbro la gran tristeza que lleva por dentro. La amargura que ahora arropa a su corazón, lo mucho que ha sufrido este Travis que tengo delante.
Me mira un segundo, quizás dos, en los que yo termino perdida. Luego aparta su mano de la mía y me toca la mejilla. Se me entrecorta la respiración, el calor de su palma me traspasa la piel, siento que me quema. Su mirada me recorre y se detiene en mi boca, que rápidamente humedezco con mi lengua, que ahora está deseosa de enredarse con la suya, de volver a probar su sabor y guardar hasta el último detalle y sin tengo que marcharme, llevármelo conmigo.
Me acerco muy despacio, sin olvidar la reacción de él la última vez. Ahora tengo a Travis aquí, despierto, con todos los sentidos activos. Esta es mi oportunidad, el momento de descubrir si ese beso de hace unos días solo fue una ensoñación para Travis o lo hizo porque realmente lo deseaba. Sin dejar de mirarlo a los ojos, reduzco la pequeña distancia entre los dos y mi boca se posa sobre la suya. Antes de dar rienda suelta a la pasión que me recorre por dentro, rozo sus labios, quizás esperando un alejamiento de su parte, no sucede.
En menos de un segundo siento su mano detrás de mi cuello y su lengua invade mi boca como un pirata en busca de su tesoro y yo, con gusto se lo entrego. Siento que me derrito por dentro, de repente el abrigo me sobra, en mi piel manda el calor, el fuego que Travis ha despertado y en el que deseo quemarme. Ya no tengo dudas. Tal vez no exista en él un sentimiento tan latente como que el que siento, pero este hombre me desea. Con este beso me desarma, el fuego recorre cada poro de mi piel y a punto está de desbordarse en un manantial de éxtasis.
Me arrimo más a su cuerpo, necesito sentir su calor, descubrir si al igual que yo, está ardiendo en deseos. Enredo una de mis manos en su pelo y lo atraigo. El beso se hace más intenso y el corazón me late mucho más deprisa, tanto que siento que me cuesta respirar. No me importa, si voy a morir asfixiada por un beso de Travis, la muerte vale la pena. Moriré sabiendo que aunque él no me ame y nunca lo haga, me desea. Que en este momento nos estamos quemando en el beso más apasionado de toda mi vida.
Muy despacio se aparta, me mira a los ojos y yo le sostengo la mirada. Madre mía, ahora quiero más a este hombre. Entonces caigo en la cuenta que mis sentimientos por él nunca fueron los de una niña caprichosa y enamorada, esa Aly de catorce años amaba a este hombre y sigue haciéndolo, incluso con más intensidad.
Travis se acomoda en el asiento y mira al frente.
—Aly, esto es un error. No puede volver a pasar.
Entonces el adulto que es ahora me rompe el corazón.
—¿Por qué? —le pregunto.
—Tu eres la hermana de Coop, eres mi mejor amiga y jamás podría hacerte daño.
No me mira.
—No veo que me hayas hecho ningún daño —me inspecciono el cuerpo y entonces gira la cabeza.
—Sabes a lo que me refiero. No soy bueno para ti.
—¿Por qué estuviste preso cuatro años? Ya te dije que no creo que seas culpable.
—Creo que será mejor que regrese al rancho.
Unos golpes en la ventanilla me sobresaltan. Bajo el cristal.
—Ha desaparecido otra vez el niño de Jane. Esto se está convirtiendo en una pesadilla —dice Coop.
—¿Crees que ha sido el asesino?
Se encoge de hombros.
—No lo sé. Si es así, Arthur es inocente y ese maldito asesino todavía anda suelto. ¿Me acompañas, Travis?
—Claro.
Me veo en la obligación de salir de la camioneta. De dejar ir al hombre capaz de encenderme con una sola mirada.
—Adiós, Aly.
Esas breves palabras provocan un dolor en mi corazón, porque de repente siento que no volveremos a vernos o al menos no por parte de Travis.
—Adiós.
La camioneta sale detrás del coche patrulla de Coop.
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Siempre fuiste tú
RomansaCon la vuelta a su pueblo, vuelve un amor del pasado y también un asesino que tenían olvidado. ¿Habrá superado Aly su amor de juventud o todavía existen sentimientos hacia él? ¿Será este el mismo asesino de hace dieciséis años?