Capítulo 6

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Capítulo 6

Travis

Tomo varias bocanadas de aire, las necesito. No pensé encontrarme con Aly tan pronto. Demonios, ya la he visto tres veces en el día de hoy y eso que apenas son las doce y encima mi padre me pide que la lleve. Los cotilleos caerán sobre su cabeza como alfileres. Después de esto ya no podré evitar que la gente la señale, que hablen a sus espaldas. También cabe la pequeña posibilidad de que cuando los cotilleos lleguen a ella, se mantenga alejada de mí. Al verla hace un instante en la cocina, casi me fue imposible apartar mi mirada de ella.

Por más que intento buscar a la pequeña Aly de cola de caballo y pecas en las mejillas, no la encuentro. Solo tengo delante a esa hermosa mujer en la que se ha convertido y que hace reaccionar mi cuerpo. Que incluso provoca que mi mente cree escenarios imaginarios donde la tengo a mi merced y no pienso permitir que eso suceda. Es la hermana pequeña de mi mejor amigo. Por dios santos, es Aly.

No recuerdo nunca haberla visto con otros ojos. Simplemente ella era mi compañera de juegos, la aventurera que me acompañaba en mis escapadas al bosque. La que me prestó su hombro cuando mi madre murió. Ella solo tenía diez años en ese entonces o en esa ocasión que un resfriado me mantuvo en la cama durante tres días. A pesar de que sus padres le prohibieron ir a verme —por temor al contagio—, se coló por mi ventana para llevarme una sopa que solo sabía a agua con sal. Empiezo a reír muy fuerte. Aly nunca fue muy buena cocinera, pero agradecí esa sopa y entonces desde ese día se convirtió en una de mis personas favoritas. Siempre intenté cuidar de ella, incluso me peleaba con Coop cuando la excluía de nuestros planes, alegando que era muy pequeña.

Sin embargo, ahora es todo tan diferente. Llevamos más de trece años sin vernos. Ambos tomamos caminos diferentes, nos separamos y esa amistad que en su día compartimos, es muy difícil de recuperar y para mi desgracia me siento atraído por ella. Golpeo un bloque de heno. Se supone que entré a la cocina a buscar el estúpido martillo que Andy dejó en los cajones. He salido sin nada y ahora no puedo arreglar el tablón levantado del establo. No pienso regresar mientras ella continúe ahí. Me quedaré en el establo hasta que mi padre me llame para llevarla al pueblo. Cuando eso suceda me comportaré lo más grosero posible y así conseguiré mi objetivo de que no se acerqué a mí mientras esté aquí...

—Travis —grita mi padre.

Antes de salir del establo respiro hondo varias veces.

—Aly ya se marcha. Aquí te he hecho una lista con lo que tienes que traerme.

Tomo la lista y en ningún momento mi mirada se cruza con la de Aly. Bueno, al menos he logrado algo. Escucho sus pasos a mi espalda. Durante un segundo por mi mente cruza la ridícula idea de abrirle la puerta, me detengo. Se supone que no debo comportarme educado. Rodeo la pick up y la espero en el asiento. Todavía no se ha subido al auto y ya siento que la respiración me falla.

—No hace falta que me lleves. Puedo esperar que Lottie termine en la cafetería.

El aroma de su perfume me está estrangulando. Me atrevo a mirar en su dirección y nuestras miradas se encuentran, no la aparto. Le recorro el rostro despacio, como si estuviera acariciándoselo y me detengo en su boca. ¿Cuándo se volvió tan provocativa?

Sacudo la cabeza.

—¿Qué?

—No hace falta que me lleves.

Ahora tengo la oportunidad de alejarme, de evitar que nos vean juntos y entonces, ¿por qué sigo aferrando el volante? ¿Por qué no le tomo la palabra?

—De todos modos tengo que ir al supermercado —le respondo.

Pongo el coche en marcha.

¿Qué diablos estoy haciendo? En cuanto nos vean juntos las miradas estarán puestas en ella. Enseguida empezarán a decir que Aly se relaciona con un asesino. Me concentro en el camino y destierro esos pensamientos. Aly solo estará aquí un par de semanas, tras su partida los cotilleos cesarán. Sin embargo, hay otro motivo por el que tengo que mantenerme alejado de ella, me atrae.

No puedo poner mis ojos en ella y no solo porque es la hermana de mi mejor amigo, sino por la promesa que me hice. El corazón que una vez palpitó y que albergaba amor para todos, ya no existe. Bueno, que tampoco estoy diciendo que quiera entregarle mi corazón a Aly. Debo mantener las distancias porque hace reaccionar mi cuerpo y no pienso acostarme con ella para apagar el fuego que me carcome por dentro. Ahora la dejaré en su casa, regresaré al rancho y la próxima vez que visite a mi padre, me aseguraré de no cruzarme con ella.

—El rancho ha prosperado mucho —dice.

Ahora estoy entre la espada y la pared. Tonto de mí que no contaba con que me hablara. Es Aly, siempre tiene algo que decir, demonios.

—Sí.

—¿Cuántos caballos tenéis ahora?

—Unos veinticinco.

—¿Te acuerdas cuando os trajeron aquel pony tan bonito?

—Sí.

—Estuve casi una hora montándolo. Luego me dolían las piernas.

Mis labios se extienden ligeramente.

Haberme reencontrado con Aly ha sido como una maldición. No recordaba ya la última vez que había sonreído o reído a carcajadas como hace unas horas, porque no tengo motivos para hacerlo. Sin embargo, Aly está escarbando en un pasado en el que fui feliz, uno en el que jamás imaginé un futuro tan terrible.

—He visto que todavía sigue ahí el columpio. Lástima que siempre que suelo volver a casa es invierno y está lleno de nieve.

—Sí, era el preferido de mi madre.

Incluso hacía años que no recordaba a mi madre. Ella era un ser demasiado hermoso, puro. No podía permitir que su recuerdo se enredara con el infierno en el que estaba viviendo. Ni siquiera he ido a visitar su tumba. A mi mente acude el día de su muerte, me aparté de todo el mundo, solo quería estar solo. Entonces me adentré en el bosque y me escondí en ese enorme árbol. Por desgracia, no pude esconderme de Aly. Me encontró, me obligó a salir de mi escondite y me dio un fuerte abrazo que me devolvió a la vida. Solo con ese abrazo fui capaz de soltar todo el dolor que llevaba dentro. La verdad es que mi mejor amigo nunca fue Coop, mi mejor amiga siempre fue esa hermosa mujer que tengo a escasos centímetros de mí y no puedo jamás verla de otra manera.

—Sí, muchas veces la vi sentada en él. Era su lugar favorito. Decía que desde ahí se podían apreciar mejor las montañas, que ahí encontraba un poco de vida

—¿De verdad te dijo eso? Murió tan joven.

—Sí, pero vosotros la hicisteis muy feliz. Siempre hablaba de ti y Andy con orgullo y me consta que amaba incondicionalmente a James.

Carraspeo para deshacerse el nudo de mi garganta.

—Hemos llegado —digo.

—Muchas gracias por traerme.

Baja de la pikc up.

—Aly.

Se da la vuelta.

—No, no es nada. Olvídalo.

La veo entrar en la casa y enseguida pongo el coche en marcha. No regreso al rancho, sino que continuo más allá, a las afueras del pueblo, donde está en cementerio. 

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora