The Magic of Sweet | Wonka

Nada Igual

Cuando se separaron, Nicholas salió de su maleta, se sentó en la silla de madera y se dispuso a pensar.

Podría haberlo hecho en la comodidad de su cama, pero no tenía la necesidad de estar ahí, más bien le traería a la memoria su sonrojo por recibir el abrazo efusivo de Willy y eso le disgustaba en su totalidad.

No tiene esos prejuicios que los muggles tienen sobre las relaciones entre dos hombres, para él como para la gran mayoría de magos, eso es lo de menos. Lo que sí es importante es su linaje y Nicholas Rosier, perteneciente a uno de los linajes más importantes y puros de Gran Bretaña, le es difícil digerir eso.

Además, es demasiado mayor para un joven de casi 22 años. Puede tolerar, 3 o 4 años de diferencia, pero casi diez años es mucho.

Se dio un golpe en la coronilla por atreverse a pensar algo como eso. Debería de ignorarlo, solo ayudarle y ser su amigo. Asunto arreglado.

Pero la emoción que el joven posee, la inocencia que genera gracia y la jovialidad embriagante... Nicholas se está comportando como un tonto y, además, un traidor a la sangre por pensar de ese modo.

"Que absurdo" se dijo así mismo.

Un golpe en la ventana llamó su atención y de la pobre Lix, que dormitaba tranquilamente. Se acercó a tranquilizarla, dándole suaves palmaditas a sus plumas y abrió la ventana.

Bajo la oscuridad, la cabeza de Wonka lo saludaba, como también la de Noodle.

—Henry —se llama Willy.

Parpadeo varias veces.

—¿Ha pasado algo? —pregunto curioso.

—¡Cuidado! —lanza lo que sería una cuerda y ahí le envía una cubeta con chocolate.

—¿Y esto qué es?

Al parecer, Willy hizo lo mismo con Noodle, la muchacha sacó un frasco lleno de dulces.

—Su salario —explicó Willy alegre—. Su dotación es de por vida.

Volvió a parpadear y dejó en frasco encima de la mesa, le lanzó una sonrisa agradecida, aunque realmente le hubiera fascinado que el salario fuese en monedas.

—No hacía falta que lo hicieras —dijo Noodle bastante agradecida.

—Claro que sí, les di mi palabra —dijo Willy—. A ti Noodle, comerías todo el chocolate que quisieras y a Henry, más bien fue una promesa para mí, haría que le guste el chocolate.

Miró el frasco y luego al joven, sus pensamientos anteriores volvieron haciendo que quisiera golpearse la cabeza.

—Gracias —dijo finalmente.

—Tengo algo para ti —dijo Noodle, colocando un trozo de papel y enviándolo a Willy.

—¿Qué es esto? ¿un vaso medio lleno?

—Gira el papel

—Medio vacío.

—Es una "A" tu primera letra. Te quiero enseñar a leer.

—No te preocupes, Noodle, Henry se encargará de eso.

—Soy un buen docente de lenguaje —aseguró Nicholas—. No te preocupes, a tu socio le irá muy bien.

—¿Ya somos socios? —preguntó Willy emocionado.

—Si, pero no sé cómo venderemos chocolate, siempre que aparezca la policía tendrás que esfumarse en el aire —señaló Noodle algo desanimada.

—Como un mago —murmuró Willy con una idea. Miró a Nicholas pero este estaba más entretenido contando cuántos chocolates hay en el frasco.

—Eso es imposible —dijo Nicholas distraído.