Ante los rayos calurosos del sol, Londres está siendo recibido por el bello y magnifico verano. Para aquellos de la frescura el verano es la época mas alegre de todas, siendo seguido por la primavera. En el verano, los niños concurren con mayor fuerza la plaza entre gritos y alegrías; la calidez de la juventud y la seriedad notoria de los adultos es el equilibrio perfecto que se necesita para conformar la ciudadanía.
El barullo era notorio, la gente se aglomeraba apresurada a un lugar en específico, observaban sus relojes, la ansiedad en el resonar de los zapatos y tacones sobre los adoquines desordenados en el suelo indicaban que algo sucedía.
Ese algo era conocido por todos.
Niños, jóvenes, adultos y seniles. Todos comparten un mismo pensamiento: tener que llegar a tiempo.
¿A tiempo de qué?
Esa interrogante era respondida inmediatamente para cualquier persona que llegase a las famosas galerías Gourmet.
La vista era espectacular, elevada con grandes paredes, un techo de celosía que enmarcaba perfectamente el cielo veraniego. Pero pronto cualquiera de daba cuenta de que era grandiosa en
como suelen ser las cosas grandes cuando las sueña alguien que no sueña mucho. Paredes de mármol caro, suelo de mosaico, accesorios de oro.Mientras uno caminaba entre la ansiedad y la expectativa, se detenían ante una tienda oxidada y algo vieja. Los más adultos recordaban en tiempos pasados que en esa tienda existían grandes colas de personas fuera de esa puerta. Los bombones del escaparate estaban colocados en hileras con la misma forma y un nombre que se conoce de inmediato. Era el nombre de uno de los chocolateros más famoso del mundo.
SLUGWORTH
Era lamentable como quedó la situación, es de esperarse debido a que cualquiera se podia dar cuenta que todas las cajas estaban llenas del mismo sabor de chocolate.
Simple, simple y más simple.
Junto a la tienda de Slugworth había dos tiendas igual de anticuadas, propiedad de los otros dos famosos nombres de la chocolatería: Fickelgruber y Prodnose, del mismo modo, la soledad y el descuido transmitían ante esas sórdidas paredes; y es de esperarse, el chocolate dejó de ser simple con la llegada de otra persona.
Ante las suaves brisas que susurran cercanas, distante de las tiendas abandonadas, se erigía la figura imperturbable de un hombre alto y esbelto. Vestía un imponente sombrero caqui, una gabardina magenta y portaba excéntricos accesorios como un largo bastón, todo ello acompañado por una sonrisa única. Este hombre era la encarnación misma de la amenaza para los chocolateros locales y la verdadera causa de los revuelos entre la gente.
El famoso Willy Wonka, un joven de gran ingenio y audacia, conquistó a la población ofreciendo una experiencia revolucionaria en el mundo del chocolate. La simpleza quedó en el pasado ante los sabores extravagantes que él introdujo. La amargura del cacao ya no era suficiente; ahora se combinaba con el dulzor de la cereza, la suavidad del malvavisco o incluso el sabor ahumado del whisky para los más osados.
El chocolate dejó de ser simplemente chocolate desde que Willy Wonka se estableció en la ciudad, transformando el panorama culinario y prometiendo aventuras gastronómicas a precios accesibles y necesarios para todos.
Por eso, no resultaba extraño verlo parado frente a su tienda, con una sonrisa radiante en su rostro juvenil, dando inicio al día de ventas con una estrategia sin igual que involucraba cantos y rimas. La aventura comenzaba antes incluso de entrar en la tienda.
Pero, entre la belleza de aquellos días y la satisfacción de ver las sonrisas en los rostros de todos, surgía una sensación de monotonía asfixiante que desconcertaba al joven chocolatero día tras día.
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The Magic of Sweet | Wonka
FanfictionNicholas Rosier tiene que escapar. Las cosas no han sido de la mejor manera y debe de buscar una solución para no ser encontrado. Huye de su mundo. Huye de donde pertenece y adentrarse en las calles de Londres en busca de seguridad, donde ningún m...