En Problemas

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Nicholas había estado incómodo toda la semana.

Con el cuerpo tenso y la mente ir a todas partes, hizo que se le dificulte ayudar a Willy como hubiera deseado.

La sonrisa dulce del joven siempre llenaba su corazón, pero eso no bastará para curar la preocupación. Una simple carta sin remitente lo preocupaba de sobremanera, es sinónimo de que alguien sabe su ubicación, sabe que apariencia tomó y en cualquier momento pueden venir a buscarlo.

Eso le preocupa muy poco a Nicholas. Tiene cosas más interesantes del cual temer, un par de personas con varitas no podrán ir en su contra, lo que sí, es ver a atraparlo en frente de esos Muggles. Lo que teme es que intenten atraparlo frente a Willy y Nicholas deba de defenderse, porque tiene prioridades y no dudaría en matar con tal de dejar en claro el poder que posee. Pero no quiere que Willy lo tema y eso lo está matando.

Soltó un suspiro y desordenó su cabello.

—¿Estás bien?

Nicholas saltó de su sitio, levantándose tan rápido como pudo y apuntando con su varita en una expresión amenazante.

Willy solo retrocedió asustado mientras levantaba sus manos.

—Lo siento. Lo siento —murmuró rápidamente—. No fue mi intención asustarte.

Bajo la varita en su suspiro y se sentó totalmente resignado.

—¿Cómo entraste a mi habitación? —preguntó Nicholas en tono serio.

El joven se enderezó y miró la puerta para luego volver con Nicholas.

—Estaba abierta —respondió inocente.

—Yo lo había cerrado con magia —repuso Nicholas frunciendo más el ceño.

—Pues...—balbuceo Willy sacando de su bolsillo una varita de madera—. Lo use.

Nicholas suspiró ante la revelación del joven. Debió de estar muy contento que Willy pudiera utilizar su varita de manera hábil y efectiva, pero simplemente no puede y se reprendió por haber bajado su nivel de magia. El hecho de que un joven haya podido entrar rápidamente a su habitación con hechizos básicos...

《Maldita sea》maldijo en su mente.

—¿En serio estás bien? —pregunto Willy acercándose lentamente.

Su cabello chocolate caía hermosamente sobre su frente, el anguloso rostro iluminado por la luz cálida y los rasgos masculinos aún jóvenes que iban poco a poco madurando, Nicholas estaba seguro que si tuviera un par de años más, se vería mucho más bello y no tendría más problemas en cortejarlo. Simplemente dejaría que las cosas fueran más rápidas en este corto tiempo que se le permite.

Intento sonreír.

—¿Para qué has venido, Willy? —respondió Nicholas con otra pregunta—. ¿Sucedió algo?

El joven frunció el ceño al ver que Nicholas no respondía sus preguntas, que de manera inmediata se acercó demasiado al rubio, que por un pequeño movimiento de Nicholas podría chocar con la bonita nariz del chico.

Intentó alejarse.

—¿No crees que es demasiado impertinente que se acerque de esa forma, señor Wonka? —cuestionó Nicholas un poco nervioso.

—Quiero ver que responda mis preguntas con suma sinceridad. He visto que tiene la peculiaridad de mentir un poco —respondió Willy tristemente, pero seguía decidido de no alejarse—. Y sus ojos grises nunca mienten.

—Son azules, Willy —replicó Nicholas mirando hacia la ventana—. ¿Por qué sigues diciendo que son grises?

—Porque lo son. Yo los veo grises, así como su cabello negro.

The Magic of Sweet | WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora