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JungKook

— Déjeme a mí entrar primero, quiero comprobar que sea seguro y no salga lastimada. — asiente en respuesta y me río cuando la veo girarse.— no se preocupe, no me voy a desnudar, Alteza. — digo para calmarla, pero ella no se gira y niega.— Bien, entonces lo haré. — la veo removerse en su puesto y sonrío aún más. ¿Qué me pasa? ¡Es una princesa!

Luego de debatir conmigo mismo decido entonces que si se va a quedar así no tendré problemas con que me quite el uniforme. Así lo hago, y al entrar al agua me siento completamente libre de preocupaciones y miedos. Suspiro suavemente mientras cierro mis ojos, y me siento mucho mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo. Entonces la voz de ella suena asombrada a mis espaldas.

 Entonces la voz de ella suena asombrada a mis espaldas

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— Tu cabello. — frunzo el ceño, abro mis ojos y parpadeo varias veces volviendo a escucharla.— Esos tatuajes... — murmura aún más sorprendida y entonces me giro con extrañeza. Ella me ve y abre sus ojos como las tazas de la abuela Yong.— tus ojos...

Se ve maravillada, sus ojos verdes brillan con emoción y sorpresa, pero sigo sin entender. Entonces me acerco a la orilla y ella se pone de cuclillas para estar a la misma altura; aunque ella está un poco más arriba que yo.

— Con todo respeto, Alteza. ¿De qué habla? — pregunto confundido. Ella, con la boca abierta y sus ojos redondos y verdes levanta su mano queriendo tocar mi rostro, pero la cierra en puño al arrepentirse sin dejar de mirarme, ladea su cabeza y resopla.

— ¿No sientes algo diferente en tí? — pregunta con curiosidad y yo niego lentamente sin dejar de ver sus ojos al igual que ella los míos.

— No, pero... Mi abuelo me contó que este lugar tenía el poder de limpiar las purezas, que antiguamente una civilización que aquí habitaba la usaba para sanar heridas y eliminar sus frustraciones... Eran considerados la colonia medicinal, aquí se daba todo tipo de medicinas y brindaban ayuda a los que lo necesitaban... Alteza. — digo al recordar que estaba comenzando a hablar informalmente.

— Comprendo. — asiente.— pero sigo sin entender... — levanta su mano esta vez sin detenerse y posa su palma en mi mejilla, haciéndome sentir una calidez incomparable que me hace cerrar los ojos y volverlos a abrir para mirarla fijamente estando tan cerca de su rostro.— Tu cabello se puso blanco, tus ojos cambiaron a un azul intenso y... En tu espalda hay unos tatuajes pequeños, todos en una columna, en tú columna. — Susurra sorprendida. Yo la miro confundido, muy extrañado. Yo soy un niño raro, pero... ¿Tanto así? Hasta yo me asombro de un aspecto como el que ella describe.

AMALUNA: El Hijo De La Luna © JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora