Señalado desde niño como un ser extraño y viviendo su día a día esforzándose para ser el mejor entre los guerreros del reino, JungKook estará dispuesto hacerles frente a todos. Él está consciente de su extraña apariencia pero aún así seguirá su prop...
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Jimin
El entrenamiento de hoy ha sido rudo en cuanto al combate, nuevas técnicas y nuevos movimientos que hemos aprendido a utilizar para emplear en una guerra. Las espadas están siendo afiladas por unos herreros que mi padre ha traído del pueblo para apoyar en cualquier tipo de ataque.
Camino entre los guerreros del reino mientras algunos me ven curiosos por querer saber qué hago aquí. Al llegar a mi destino empujo la puerta y entro en una habitación donde los guerreros de alto rango y el maestro Kim están señalando un mapa. Parece que planean una estrategia de ataque hacia el reino Urem.
— Su Alteza. — dice el maestro al verme entrar con mi rostro serio, se inclina en una reverencia y los otros cuatro guerreros lo imitan. Al incorporarse me ven fijamente mientras esperan mi palabra.
— Mi padre desea verlos. — notifico mientras con mis manos en la espalda me giro nuevamente y ellos me siguen.
Escucho sus pasos seguirme y unos más rápidos se posan a mi lado, sin embargo no me detengo y sigo caminando con mi mirada al frente y mis manos en la espalda. Mostrando seguridad. Una seguridad que me cuesta tener al no tener noticias de mi hermana. Solo el Rey sabe de ella, y esa es una información que no nos ha dado y nos dará en una reunión con los altos miembros del ministerio del Reino Niza.
— Alteza. — llama el maestro Kim a mi lado.
— Maestro Kim. — le cedo la palabra y él sigue el camino en la misma postura que yo.
— No fue necesario que viniera hasta aquí Alteza. Un mensajero pudo haber venido. — me dice él con vergüenza. Yo sonrío con burla hacia lo que acaba de decir.
— Maestro. — digo al comienzo.— usted me vio desde que estaba bebé, me enseñó a pelear, me enseñó a combatir, me enseñó a batallar... todo lo que sé es porque usted me lo ha enseñado... no me trate como si fuera un dios o algo parecido, si quien se merece mis respetos es usted. — una de mis manos la suelto del agarre en mi espalda y la coloco en su hombro.
— Usted es miembro de la realeza, y yo juré servirles siempre Su Alteza. — niego mientras me río suavemente y seguimos caminando hacia el salón principal del castillo. Allí hacemos una reverencia ante nuestro superior que se encuentra sentado en su trono.
— Padre. — digo su nombre con respeto y él asiente, los guardias a sus costados se alejan y nos dejan solos a los tres.
— Su Majestad. — también con respeto el maestro Kim entrelaza sus manos frente a él y hace una reverencia con su cabeza.
— Lo mandé a llamar Maestro porque tengo una misión para usted y algunos caballeros del reino. — le dice con seriedad y el maestro espera pacientemente a que mi padre prosiga.— iremos a Vabsavai por la princesa.
