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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente

El movimiento de sus brazos y cuerpo traía consigo una técnica de combate a espada, haciendo giros y movimientos tanto circulares como en diagonal. La vida de un guerrero en Niza no era fácil, y mucho menos para él, que hacía todo lo posible por ser bueno en cada una de las especialidades en que se destacaban los guerreros.

Jeon JungKook era solamente un chico cuando ingresó a las defensas del reino, con tan sólo dieciocho años se enlistó al servicio de la realeza, comenzando su trabajo como guerrero en combate, hasta desempeñarse ahora como uno de los guardias del reino.

Terminó su técnica con un deslizamiento del filo de la espada por sobre el medio de su pulgar e índice de su mano derecha, flexionando sus piernas y simulando una pose de lado para mirar fijamente a su oponente en zona de guerra.

A lo largo de su trayectoria como guerrero solo ha servido en dos batallas, sobreviviendo casi de milagro por sus buenas habilidades.

— ¡Jeon! — Llamó su maestro desde lo lejos a su izquierda.— Terminamos por hoy. — Se levantó del tronco en el que estaba sentado y ambos hicieron una reverencia en despedida.

NamJoon era su maestro en el arte de las espadas desde que entró al ejército de combatientes. Él le había enseñado los distintos tipos de habilidades con la espada, y eso le había servido para volver vivo de las dos batallas en las que había participado.

— Regresa a casa, tu abuela debe estar esperándote — Comentó con suavidad mientras el joven asintió con respetos.

— Gracias señor. Nos vemos mañana. — NamJoon asintió y JungKook se giró guardando su espada.

— JungKook. — Llamó y el chico se giró.— Ve con cuidado, es tarde.

El chico asintió y comenzó a caminar hacia la salida del reino luego de tomar sus cosas. A mitad del pueblo cuando casi llegaba a su casa pudo lograr ver a mujeres y hombres reunidos a las afueras de sus casas, a las cuales estaban a punto de entrar si no fuera porque sus vistas se enfocaron en el joven ajeno a su conversación. Cuchicheos comenzaron a oírse y se cohibió para abrir la puerta de la casa humilde en donde vivía con sus abuelos y su hermano TaeHyung.

— ¡Oh, JungKook! Qué bueno que has llegado, la cena está siendo servida. — La abuela Yong le sonrió con ternura y le indicó su asiento al lado de su hermano.

— Gracias, abuela Yong. — Sonrió con suavidad. Fue hasta su asiento y miró al chico de cabellos rizados y negros.— Hola, TaeHyung. — Saludó y este le miró en sorpresa para luego sonreírle.

— Hola, JungKook. — Sonrió amplio y le despeinó la cabellera plateada al menor.

Sí, el menor poseía el cabello de un color único en el reino, un color plateado que lo hacía ver extraño ante los ojos de los demás; e incluso su color de ojos combinada a la perfección, de un color gris tan intenso que le hacía parecer un ser mágico como esos de las leyendas que se contaban en las noches oscuras.

— ¿Cómo te ha ido en el entrenamiento? — Pregunto un señor mayor que en la familia se conocía como el "abuelo Sung".

— Me ha ido bien, pero siguen tratándome mal por ser diferente. — JungKook habló bajo y el mayor de ambos resopló.

— Por eso quiero entrar a los guerreros, yo te protegería...

— No, estoy bien, hyung. Sé defenderme. — Dijo suave el menor y con una cuchara tomó del caldo de gallina que había preparado su abuela.— Está delicioso, abuela Yong.

Todos sonrieron ante la tierna manera del menor de desviar el tema. Entonces, luego de un silencio cómodo entre los cuatro en esa mesa iluminada con sólo unas lámparas artesanales, la voz mayor de la mujer resonó.

— ¿Qué tiene de malo ser diferente? — Todos miraron a la mujer, en especial JungKook que sabía que ese era el momento donde los consejos de la abuela Yong rebobinaba la mente de todos los integrantes de la pequeña familia.— JungKook. — Se inclinó y puso su mano por encima de la pálida del menor.— Ser diferente no te hace extraño... te hace único.

El menor le sonrió en respuesta y luego de varios minutos estaban cada uno en sus cuartos; a excepción de ambos menores que compartían habitación por ser un lugar muy pequeño.

— ¿Te han vuelto a molestar? — Preguntó el moreno desde su cama mientras observaba a JungKook caminar hacia la suya luego de tomar una ducha.

— No en el entrenamiento. El maestro NamJoon estuvo conmigo todo el tiempo. — Con esas palabras se sentó en su cama y agachó la cabeza, dejando a la vista sólo su cabello plateado.

— Recuerda lo que dijo la abuela, ser diferente no te hace extraño sino único. — TaeHyung recordó y JungKook resopló desganado y cansado.

— Eso no lo piensan los demás... siempre seré el raro. — Negó.

— Sabes que la abuela Yong no se equivoca. Sus consejos son sabios. — TaeHyung habló con su mirada en el chico mientras pensaba también el origen de sus características; aunque sin críticas de por medio.

— Espero que esta vez traiga cosas buenas. — Asintió pensativo.

Mirando ambos hacia el techo, acostados en sus camas escuchó la voz adormilada de su amigo.

— ¿Qué tal si estás aquí con un propósito? — Y con un bostezo al final dejó de escucharlo.

Dejó de escuchar palabras de terceros para sumergirse en un sueño profundo donde sólo las palabras en otro idioma resonaban en el interior de su cabeza constantemente, con una palabra que se repetía más que otras en un sueño con paredes de cristal, almidón de colchas y algodón de almohadas, con cerámicas muy finas de color blanco y plata adornando las esquinas de largos pasillos, en un paisaje donde no habían más que un cielo azul oscuro y los pequeños puntos estelares formando figuras en el mismo.

Un sueño que se repetía cada vez, cada noche en que JungKook podía descansar por completo.

Un sueño que se repetía cada vez, cada noche en que JungKook podía descansar por completo

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AMALUNA: El Hijo De La Luna © JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora