La sombra en el Espejo

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¿Por que la gente no podía ser feliz? No lo entendía, había días en que las personas parecían empoderadas, como si nada pudiera detenerlas y creía ver la felicidad en el mundo entero. Pero aquella ilusión sangraba y moría una vez que se paseaba por los callejones de Londres.

Tengo la esperanza de irme de aquí, incluso si toma toda la noche o cien años.

Simplemente no podía comprender, no era mentira, pero tampoco era una Verdad completa. No habia solo blanco y negro, luz y oscuridad. Existían en un todo a través del Caleidoscopio.

Corazon hecho de vidrio, mi mente de piedra. Mente de acero, mata el corazon.

Viejos y jóvenes lloraban por un amor perdido o la perdida de un progenitor, viejos veteranos que aun seguían desterrados por las calles después de la Segunda Gran Guerra se ahogaban en el proverbial veneno destilado de un cigarro y licuaban sus entrañas en alcohol con fantasias inacabadas de lo que pudieron ser alguna vez.

Miseria. Era su vieja compañera, aquélla que nunca lo había olvidado ni abandonado incluso cuando quiso deshacerse de ella.

Si, se sentía viejo realmente. Viejo y torturado, haber absorbido tanto de todo aquello había sido algo estremecedor.

Entonces ¿Por que a veces se sentía tan conmovido por las cosas más simples? Los actos más ridículos y efímeros le hacían sonreír, reírse, le traían un calor a su corazón que hacía tiempo había creído perdido.

Suspirando Hans miró con su telescopio, su vista desviándose hacía las estrellas de la constelación de Leo. Regulus se veía algo apagada.

Susan mientras tanto se halló anotando datos en una libreta al mismo tiempo que vigilaba su propio trabajo sobre los efectos en los rituales con el cambio de la luna y el desplazamiento de Júpiter.

Su ojo observo atentamente Marte en un momento, brillaba con una virulencia realmente peligrosa. Las hostilidades crecerían, el mensaje era ese pero era cualquier cosa menos esclarecedor. Los relatos de Amelia giraban en su mente, si Marte estaba tan brillante eso hablaba de guerra, pero según lo que sabía en un modo u otro siempre había guerra.

A pesar de saberlo, había algo realmente extraño. Una premonición que no podía descifrar.

Un manotazo en la espalda la trajo de vuelta a la realidad. Dejó el telescopio a un costado y vio a Harry haciendo un gesto de preocupación mientras Sinistra hablaba con un alumno a cierta distancia.

Susan negó con la cabeza con algo de resignación y diversión mezcladas en el gesto, antes de pasarle de forma cuidadosa las notas sobre la posición de los planetas. Harry Potter podía hacer muchas cosas, pero la astrología y astronomía definitivamente no eran lo suyo.

En aquellos días en que era más feliz el absorber la miseria era prácticamente imposible. No podía concentrarse lo suficiente.

– ¿Por qué la gente no puede ser feliz, Harry? –Pregunto de la nada Hans, pero fue otro quién dio la respuesta.

Neville bajo con el ceño fruncido su pluma.

– La gente es extraña Flare, no hay felicidad colectiva porque las individualidades son diferentes y si haces a todos iguales ¿Podrían alcanzar la felicidad? Supongo que depende de cada uno, la felicidad puede ser la miseria de otro –Era inusual que el Longbottom hablará, pero cuando lo hacía era cómo hablar cómo un filósofo.

– Es un punto de vista válido – Hans asintió, pensativo.

Harry se dio la vuelta con un rostro inexpresivo mientras murmuraba por lo bajo.

Sharingan: El Poder del CaleidoscopioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora