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No supe porque me sentía tan triste en el momento en el que Seoyeon me había confesado que sentía algo por Sohyun, pero estuve un tiempo con el ánimo por los suelos, ver a Seoyeon en las tardes había pasado de ser emocionante a ser doloroso. Escucharla hablar de Sohyun y lo que habían hecho juntas en el día, me dolía. Me alegraba tanto verla feliz pero maldita sea, cuanto deseaba que la causante de aquella felicidad fuera yo.

Con el tiempo aprendí a lidiar con ello, porque Sohyun no era una mala chica, además de que también era mi amiga, sabía que si Sohyun le correspondía, ella cuidaría a Seoyeon.

Las hubiera apoyado si comenzarán a salir, pero Sohyun estaba en otra sintonía, solía bromear con Seoyeon diciendo que salían pero aquello no iba más allá de una simple broma, o al menos eso era lo que yo lograba notar entre líneas. 

Los días pasaban cotidianamente hasta que un día Sohyun llegó al ensayo junto a otra chica: Xinyu.

Xinyu era una de las chicas mas populares de la universidad debido a su personalidad extrovertida. Ella era parte del equipo de porristas, casi como una celebridad, por lo que era tan surreal verla sentada en el mueble frente a nosotras que Naky se me acercó para preguntarme, ¿Qué hacía una chica como ella en ese lugar?

Ninguna de nosotras entendíamos qué estaba pasando pero comenzamos a tocar una vez nos presentamos y nos saludamos, ya habíamos mejorado bastante con la disciplina que habíamos desarrollado a la hora de ensayar, cuando terminamos la pieza y Sohyun cerró con una nota alta que alargó hasta donde sus pulmones no daban y más allá, Xinyu nos miró en silencio unos segundos hasta que comenzó a aplaudir entusiasmada. Supe entonces que lo habíamos hecho bien y choqué los cinco con Naky quien comenzó a girar sus raquetas en el aire. Pero añ hacer lo mismo con Seoyeon mi mano quedó colgada en el aire porque ella veía pasmada algo frente suyo, así busqué la dirección donde reposaban sus ojos y lo vi, allí lo entendí todo.

Sohyun y Xinyu se estaban besando.

Naky comenzó a bromear diciéndole a las chicas que buscaran una habitación, yo colgué mi bajo en uno de los soportes en la pared y tomé a Seoyeon de la mano para sacarla de ese lugar, llegamos y la sala donde me despedí de la mamá de Sohyun sin respuesta alguna de su parte y sin darle explicaciones a nadie, salimos de la casa donde la brisa gélida de la noche nos acogió, alguna ambulancia había pasado dejando la marca de su paso con su alarma distante, algún perro ladraba y la mirada de Seoyeon seguía perdida, hasta que me miró a mi y se lanzó a mis brazos escondiendo su cara en mi hombro mientras se desahogaba.

Verla en ese estado me partía de mil formas, no pude evitar rodearla con mis brazos y asegurarla en mi agarre.

No volvimos a entrar al garaje, me ofrecí a acompañar a Seoyeon hasta su casa, caminamos por la calle mientras me lamentaba de no haber sacado un saco para sobrellevar el frío, mientras a mi lado, Seoyeon lanzaba comentarios hirientes hacia ella misma que yo solo escuchaba queriendo decirle que se equivocaba, que ella no era menos que Xinyu, que a mis ojos, era la chica más linda y perfecta sobre la faz de la tierra y que daría lo que fuera porque Seoyeon se viera como yo la veía.

Pero de nuevo guardé silencio, de nuevo, me tragué todo lo que tenía por decir y no solté una sola palabra.

Cuando llegamos frente a su casa, Seoyeon parecía avergonzada porque no quería verme a la cara, yo le deseé buenas noches, y que aunque fuera difícil, esperaba que pudiera dormir bien.

Ella me abrazó.

La capa de frío que se había formado al rededor de mi cuerpo se derritió en ese preciso instante y cerré los ojos para recibirla. Estaba tan cerca que temí que escuchara lo acelerado que había dejado mi corazón.

—Estás helada. —Dijo una vez se separó de mi y yo extrañe su calor.

Ella se quitó su abrigo y me envolvió con él.

Esa noche volví a mi casa abrazada a ese saco de lana de cuadros blancos y verdes mientras el dulce aroma que emanaba me embriagaba y hacía que cada paso se sintiera como si estuviera pisando la luna.

Pero la felicidad era agridulce.

La sonrisa que siempre llevaba Seoyeon consigo había desaparecido, ahora Sohyun y Xinyu solían estar juntas casi todo el tiempo en los ensayos, Seoyeon a veces se desconcentraba y yo tenía que volverla a traer a tierra.

Me alegraba mucho el saber que Sohyun había conocido a alguien especial, Xinyu la trataba bien aunque su relación debía permanecer en secreto por la familia de Sohyun y la imagen de Xinyu. Aún así me preocupaba Seoyeon, el solo pensar en que se sentía como yo me sentía me quemaba.

No conocía mucho del amor pero aquello que empezaba a conocer, me hacía pensar que no era tan lindo como en los cuentos de princesas que solíamos leer en la primaria.

Una tarde fui a la casa de Seoyeon, fue la primera vez que entré, su tía había sido muy amable conmigo e incluso nos había preparado algunas galletas, Seoyeon no las probó. Yo le mostré mi vinilo de Radiohead y lo pusimos en el tocadiscos, nos sentamos allí a escuchar música en compañía de la otra hasta que por las bocinas comenzó a sonar Karma Police, estaba tan concentrada en la canción que no había notado que Seoyeon estaba llorando a mi lado hasta que la escuché dar un quejido.

Yo la abracé, y quise llorar con ella pero me mantuve fuerte siendo el soporte que ella necesitaba en ese momento.

—Ya acepté que no va a suceder... ¿Pero cuando dejará de doler? —Me preguntó una vez estaba más calmada, yo miré un punto muerto, un recoveco en la pared mientras la música seguía sonando.

Nunca dejará de doler...

—Amar a alguien es díficil, porque también significa que amar es querer que esa persona sea feliz, aunque no sea contigo, pero eso es lo que te hace feliz a ti.

—¿Cómo se supone que eso me hace feliz si no está conmigo?

Pero de nuevo, me quedé en silencio sin saber qué responder, arrepintiéndome de haber llevado mi disco de Radiohead porque sentía que solo lo había empeorado todo.

Ambas nos enfrascamos en nuestros pensamientos, cada una por su lado, pensaba constantemente en qué debía irme porque lo único que hacía era dañar a Seoyeon hasta que ella me dijo:

—Gracias.

Y puso su cabeza en mi hombro, yo la dejé ser y acosté mi cabeza sobre la suya. Dos corazones rotos latiendo al compás, uno al lado del otro.

Pain In Valentine (tripleS) YooSeo, Soxinz, NakybinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora