𝗧𝗿𝗲𝘀

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Me negué rotundamente a usar aquel asqueroso traje, no usaba cosas para ancianos

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Me negué rotundamente a usar aquel asqueroso traje, no usaba cosas para ancianos.

— Jamás me pondré eso, déjame con mi ropa. — Demandé con el enfado presente en mi voz.

— Dame eso. — Shannon se adelantó y tomó el vestido negro en la mano del fotógrafo, posteriormente suspiró y se dirigió al vestidor.

Fruncí el ceño al darme cuenta de que ella era demasiado complaciente, nunca la escuché decir "no"

— ¿Entonces no te pondrás el traje Tom? — Preguntó el fotógrafo y lo miré.

— Ok, bueno, ya entendí.. — Volví a hablar y sonreí por su compresión.

Pasaron los minutos y Shannon no salía ¿que tanto hacía?

Me acerqué al vestidor, apoyé mi brazo con una pared cercana y me aclaré la garganta antes de hablar.

— ¿Que tanto haces niña? Hace 15 minutos que estás ahí dentro. — Toqué la puerta. Todas las mujeres se tardaban de más así que no me pareció extraño.

Escuché un chillido dentro, como un lloriqueo, haciéndome preocupar un poco.

— ¿Estás bien? — Pregunté acercándome a la puerta para escuchar mejor.

Escuché un sonido rápido y la puerta se abrió de golpe, haciéndome tropezar y casi caer sobre su figura, pero me sostuve.

— Ya estoy lista, siento la tardanza. — Se disculpó, me miró por un segundo pero luego dejó de hacerlo, tenía los ojos hinchados, como si hubiera estado llorando, además tenía manchas negras debajo de los ojos.

Quise decir algo, pero mis ojos se dirigieron a su figura, el vestido le quedaba pegado. Dios, era perfecta, delgada... No diré nada más explicito, pero pensé de todo un poco.

— Te ves.. Hermosa. — Dije en voz baja y luché contra mi deseo de agarrarla ahí mismo.

— Gracias.. — Se limpió los ojos y se acomodó el dobladillo del vestido.

— ¿Lloraste? — Pregunté, aunque realmente no me importaba.

— No, se me entró algo al ojo. — Respondió casi de inmediato, dando a entender la mala excusa que me estaba dando.

— Si, lo hiciste, mírate la cara. — Quise hacerme en interesado. Me acerqué a ella y puse mis mano en su mandíbula con cuidado, subiendo un poco su cabeza.

— Ya te dije, se me entró algo al ojo. — Volvió a dar la misma estúpida excusa.

— No me creas idiota, Shannon, ¿Que tienes? ¿Por qué lloraste? — Acaricié suavemente su mandíbula y sus mejillas, en un intento de tranquilizarla y transmitir confianza.

— Nada, no es de tu incumbencia, volvamos a la sesión, el fotógrafo nos espera. — Me alejó y pasó por mi lado, dirigiéndose al fondo donde se llevarían a cabo las fotos.

𝗔𝗙𝗧𝗘𝗥 𝗛𝗢𝗨𝗥𝗦.mp3 ; 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora