Matsumoto se dirigía junto a su hermano pequeño a la preparatoria de Morioh, donde comenzaba su 2° año.
Se bajó del bus 3 paradas después que su hermano, quién iba a su primer día en el instituto.
Matsumoto esperaba a sus amigas donde siempre, en la plaza grande donde había una fuente, pero en lugar de ver a sus amigas, vió a unos compañeros de su clase intimidando a un chico de primero.
Matsumoto observaba de lejos toda la pelea hasta que vió a algunos amigos, perdiendo el hilo de todo.
Cuando volvió a mirar la pelea vió al matón rubio en el suelo.
El chico que le había golpeado era bastante grande, cuando ella iba a la clase de primer año, ningún chico medía más de 1,75m.
Todos tenían una cara de terror mientras miraban al rubio.
-¿Qué os ha pasad...?- Kioko no aguantó la risa al ver la cara algo desfigurada.
-JAJAJAJA, TE VES PEOR DE LO QUE YA ERAS-
El rubio tocaba su cara con miedo.
-Matsumoto, déjame tu espejo-
-No, y no me toques, me das asquito-
Kioko levantó la vista para averiguar al culpable.
-¿Has sido tú?- Miró al de aspecto estravagante.
-Si, lo siento- El joven se inclinó haciendo una reverencia como disculpa.
-Ve a clases, o llegarás tarde, eh...-
-Josuke Higashikata- sonrió.
Matsumoto se despidió subiendo al bus, de lejos, vió a un señor con gorra acercándose a Josuke.
Tiempo después, justo cuando sonó el timbre de comienzo de clase, Matsumoto vió a Josuke entrando en clase junto a un chico enano y peliblanco.
-Matsumoto-san, ¿Sabes dónde queda la clase 1-B?-
-Si, era mi antigua clase, ven- Matsumoto sonrió y comenzó a caminar a paso ligero.
Kioko llamó a la puerta de la clase, para justificar el retraso de Josuke.
-Lo siento señora Horiki, se había perdido-
-Oh, Matsumoto, mi mejor alumna, espero que seáis como ella-
Matsumoto le dió dos palmadas en la espalda a Josuke y se fue a su clase.
{°°•}
A la hora del recreo, Matsumoto y sus amigas se fueron a una zona apartada.
-¿Tú crees que funcionará?- una chica pelinegra preguntó.
-No sé, por eso vamos a probarlo- La pelirroja abrió su mochila y cuidadosamente sacó una piedrecita puntiaguda.
-Solo os va a dar una enfermedad, te lo has encontrado en el suelo.-
-Pues por sabionda, lo vas a probar tú-
La pelinegra agarró la mano de Kioko y le pinchó el dedo con aquel metal.
Salía sangre, más de la que debería, intentaban hacer de todo, pero aquella hemorragia no frenaba.
Se iban a ir a la conserjería del instituto para pedir una tirita, la herida no era tan grande, por eso no explicaban como salía tanta sangre, y justo en el camino se cruzaron con Higashikata.