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Josuke pasó toda la tarde preguntándole a Kioko sobre distintos poemas.
-No sabía que a la gente le gustarán los poemas a día de hoy- Josuke se metió las manos en los bolsillos
-A todo el mundo, la música es un tipo de poema- Kioko guardó el libro en su bolsita.
-¿En serio?-
-Claro, la rima, los versos... Eres un inculto- Recolocó la bolsa en su hombro
-No, es que tú eres una friki- Hizo una pausa pensando en lo que acababa de decir -¡Lo siento! No quería llamarte friki, entiéndelo, entiéndeme- Kioko y Josuke se sonrieron.
Siguieron caminando por todo Morioh, hasta que casi era la hora de que Kioko volviera a casa.
-Me lo he pasado muy bien, hacía mucho que no caminaba tanto- dijo Kioko en la puerta de casa.
-Si... Yo tampoco estoy acostumbrado a caminar tanto- Josuke sonrió sacando las manos de los bolsillos.
-Nos vemos mañana, Josuke-
-Si, te pasaré a buscar-
Antes de abrir del todo la puerta, Kioko volvió hacia Josuke, poniéndose muy cerca de éste.
Le agarró la mejilla derecha con su mano y besó dulcemente su mejilla izquierda, notando como la cara del menor se calentaba, como la suya.
-Adiós, Jojo- Caminó un poco más rápido para meterse en su casa lo antes posible, dejando a Jojo paralizado en la puerta, rojo mientras que sus labios se fruncían en una expresión sonriente pero sorprendida.
Josuke fue devuelta a su casa acariciando la mejilla besada, mientras una sonrisa de bobo decoraba su cara.
-¿Que tal con tu novia?- Preguntó Tomoko.
-Ojalá fuera mi novia-
-Ay, Josuke, estás hecho todo un hombre- Tomoko le abrazó. -Yo quiero conocerla, no vaya a ser una de esas... Sueltas que solo quieren jugar con mi hijo-
-Créeme, es una chica muy dulce- Respondió Josuke encendiendo su consola.
Tomoko se fue a hacer la cena, en lo que Josuke se intentaba pasar el penúltimo nivel del videojuego.
Aunque, a mitad de la partida, la luz de la sala, incluyendo el televisor, se apagaron por no más de 2 segundos.
-¡NO!- El nivel se había reiniciado.
-La cena- Avisó Tomoko.
"¿Qué ha pasado?" Pensó Josuke triste por perder ese progreso.‡‡
A la mañana siguiente, mientras que Josuke se peinaba y su madre preparaba el desayuno, el timbre del hogar de los Higashikata sonó.
-¿Quién...?-
-Hola Josuke- saludó Okuyasu.
Tomoko invitó a Okuyasu a entrar en lo que Josuke se terminaba de preparar.
-Ya nos vamos mamá-
-Adiós señora Higashikata, un placer- se despidió el de voz rasposa.
-¿Por qué nos vamos tan pronto?-
-Hay que ir a por Kioko, quien tiene que dejar a su hermano en el instituto-
-Ya veo- Okuyasu sonrió y se acercó a Josuke de forma burlesca. -Te gusta Matsumoto-
Josuke le apartó como si fuera una mosca.