Gracias a los ánimos que Josuke, Okuyasu y Koichi le dieron a Kioko, ella pudo volver a clases al día siguiente.-Hola chicos- saludó Kioko nerviosa.
-¿Qué tal? ¿Has podido dormir?- Preguntó Koichi.
-Más o menos, unas horitas si he podido, chicos, ir yendo a la preparatoria, no hace falta que me acompañeis al instituto de mi hermano-
-¿Segura?- Preguntó Josuke.
-Si, no os preocupéis- Kioko sonrió y tomó la mano de su hermano, andando hacia la institución de éste.
-Adiós Kioko- su hermano la abrazó fuerte. Kioko acarició su cabello.
-Adiós-
Kioko se giró sobre sus talones y fue a su clase.
Durante el camino, todos se giraban a mirarla y susurraban sobre ella.-Hola chicas- Saludó a sus amigas, quienes no solo no se giraron a verla, se fueron sin siquiera hablarla o mirarla.
Kioko apretó las manos agarrando más fuerte su maletín y se fue a su clase.
Mala suerte para ella, le tocó matemáticas, la asignatura en la que ocurrió todo.
La gente susurraba y chismeaba sobre lo que ocurrió ayer. Pero la profesora pidió silencio y dió la clase normal.
En el cambio de clases, se encontró a Josuke en el pasillo hablando con Koichi.
-Oh, hola Matsumoto-san- saludó Koichi.
-Esto es horrible, no debería haber venido-
-¿Qué ha pasado?- Preguntó Josuke.
-No paran de mirarme y hablar de mi, y las chicas ya no me hablan-
Lágrimas amenazaban con empapar las mejillas de Kioko.
-No pasa nada, en clase, trata de centrarte en tus resultados, y en los recreos puedes venir con nosotros- Dió como solución Koichi.
-Gracias chicos- Kioko salió corriendo a su próxima clase.
En el recreo, tal y como propuso Koichi, Kioko se fue con los chicos.
-Matsumoto-san ¿Cómo va tu día?- Preguntó Okuyasu.
-Podría ir mejor, pero; también peor- Kioko sacó su desayuno y se sentó en el suelo.
Los chicos imitaron su acción sentándose en corrillo.
-Bueno, piensa que solo te quedan 3 horas- Dijo Okuyasu mirando los desayunos de los demás.
-Toma, Okuyasu- Kioko partió su sándwich por la mitad y se lo entregó.
-Gracias- Habló con los ojos llorosos.
-No puedo permitir que uno de mis kōhais muera de hambre-
Al otro lado de la ventana, un chico de segundo año, observaba a los cuatro chicos tomar su desayuno.
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Al regresar a clases, Kioko le preguntó a un chico sobre la tarea de matemáticas.
-Hola, ¿Eras Hazamada? Necesito la tarea de matemáticas, no la entiendo-
El pelinegro se quedó observándola detenidamente.
-Claro, Matsumoto- Sonrió mientras sacaba su cuaderno.