Capítulo 10

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El día de la exposición finalmente había llegado, y la sala de literatura estaba impregnada de expectación y murmullos. Danielle, sumida en una mezcla de ansiedad y expectación, no podía apartar de su mente las reflexiones del análisis crítico. Cada día que pasaba, la incertidumbre sobre cuál poema había elegido Haerin se hacía más palpable, pero a la vez, cada visita a la casa de Haerin fortalecía su conexión.

En aquellos momentos compartidos, Danielle y Haerin parecían una pareja más que dos amigas trabajando en un proyecto. Las risas compartidas, las miradas cómplices y hasta la suavidad de sus roces accidentalmente intencionados hablaban de una conexión más profunda. Aunque el trabajo quedaba en segundo plano, la complicidad entre ellas se volvía el hilo conductor de esos encuentros.

La estrategia de Haerin para desviar las preguntas sobre el poema mediante besos apasionados había funcionado eficazmente. Cada vez que Danielle intentaba indagar, encontraba en los labios de Haerin una respuesta muda, pero cargada de significado. La tensión emocional del poema, sin embargo, seguía latente en la mente de Danielle.

Finalmente, el día de la exposición llegó. El aula de literatura se llenó con murmullos de estudiantes ansiosos por conocer los detalles del proyecto. Danielle, nerviosa pero decidida, se ubicó junto a Haerin, listas para enfrentar las opiniones y críticas que se avecinaban.

Cuando Haerin comenzó a leer el poema, Danielle sintió una extraña mezcla de nerviosismo y orgullo. Las palabras que había escrito con tanto cuidado resonaban en el aula, acompañadas por la valoración crítica de su estructura y simbolismo. El análisis, aunque objetivo, llevaba consigo una carga de subjetividad y emoción que Danielle apenas podía contener.

La dualidad del amor reprimido, la complejidad de las metáforas y el conflicto emocional fueron destacados como elementos que enriquecían el poema. Las risas nerviosas y las expresiones de asombro de algunos estudiantes dieron paso a un silencio tenso cuando uno de los chicos lanzó un comentario despectivo.

— ¿Cursilería? —replicó Haerin con determinación—. La cursilería radica en no entender la profundidad de las emociones humanas. Este poema habla de un amor complejo, de miedos y deseos que todos compartimos en algún momento.

La defensa de Haerin provocó un cambio en el ambiente. Las chicas, antes defensoras del proyecto, se unieron a su declaración, reprendiendo a quienes menospreciaban la expresión artística y emocional.

Danielle, sintiéndose vulnerable pero respaldada, observó cómo la sala se dividía entre aquellos que entendían la esencia del poema y los que preferían menospreciarlo. Haerin, al finalizar su intervención, se acercó a Danielle con una sonrisa cómplice.

— Lo hicimos, Danielle. No dejemos que los demás definan lo que es valioso para nosotros.

Danielle, agradecida por la valentía de Haerin, rodeó el meñique de esta con el suyo, gesto íntimo que reflejaba la complicidad entre ambas. Mientras abandonaban el aula entre la multitud de estudiantes, compartieron un momento de conexión silenciosa. Reconocieron que, a pesar de los desafíos y las opiniones externas, habían logrado transmitir su mensaje y enfrentar juntas las adversidades del amor reprimido, manteniendo en secreto la verdadera identidad de las musas que inspiraron aquel poema.

El latir de sus corazones resonaba como una melodía compartida que superaba cualquier crítica externa. La travesía había sido un viaje emocional, desde la incertidumbre inicial hasta la victoria final de su propia autenticidad. Danielle se sentía inspirada por la fuerza de Haerin, quien había defendido su obra con determinación y pasión.

Al salir del aula, ambas se sumieron en un ambiente de alivio y celebración. Atravesaron los pasillos de la escuela, recibiendo felicitaciones de compañeros y profesores que reconocían la valía de su proyecto. Sin embargo, lo más especial era la complicidad compartida entre Danielle y Haerin, un lazo que había resistido la presión externa y se fortalecía con cada paso.

Se dirigieron hacia el patio de la escuela, buscando un rincón tranquilo para compartir sus pensamientos y emociones. Se sentaron en un banco bajo la sombra de un árbol, mirándose con una mezcla de alegría y complicidad. Haerin rompió el silencio, expresando lo agradecida que se sentía por la valentía de Danielle y por la oportunidad de haber compartido ese viaje emocional con ella.

— Danielle, eres increíble. Tu poema tocó a todos, incluso a aquellos que no se atreven a admitirlo. Has creado algo hermoso y auténtico, y estoy agradecida por ser parte de ello —dijo Haerin, con una mirada llena de admiración.

Danielle sonrió, agradeciendo las palabras de Haerin. La conexión entre ellas se profundizaba con cada instante compartido. Aunque el proyecto de literatura había llegado a su fin, la historia entre Danielle y Haerin continuaba, llena de posibilidades y descubrimientos.

𝐁𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 || CandyzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora