TORMENTAS

POEMA IMAGINARIO

Resulta impresionante el tiempo que pasa cuando no se piensa en lo que pudo haber sido, por otra parte el tiempo deja de existir cuando se piensa en lo que no fue y se quiso ser; pareciera que aquellas ideas que inundan la mente del que no ha vivido, atormentan la frágil concepción del amor que un joven corazón pidió como deseo, tal vez a la vida, a Dios o a una persona que también tenía el deseo de ser amada.

Oh vaya, como pasan los días y las estaciones de paso, las enfermedades, las tintas y las pieles, los amores, besos y sutiles caricias que nos hacen sentir que aún somos importantes, que persiste en nosotros aquel deseo de ser pensados, de existir en medio de todo lo imaginario; sin embargo, a su lado, solo el dolor y la impotencia de un adiós intermitente me hizo sentir que la piel aún sentía algo.

Los ojos secos al despertar, la clara amargura al hablar y la tristeza que se apoderaba del aura del corazón, todo lo que hacía notar que el amor sentido realmente pasó por nosotros, resultó en lo más imaginario que un poeta y un enamorado pudiera obtener, la idea de ti, de mi y de aquel que nos hizo ver la farsa de nuestros versos; aquella sonrisa que mis letras e ideas convertían en luces parpadeantes en el cielo, resultó ser solo la luz de una pantalla encendida en el rincón de alguna cama preparada, nada particular y nada permanente.

Los labios se imaginan los versos de un poeta con ojos de sol, que al parecer besó a la estrella flameante y quemó todo aquello por lo que lo amaban, ya no existen las palabras bonitas y ya no existen las rimas sobre su penetrante mirar; parece que más que ideas, solo ha quedado eso que ni sus mejores escritos han podido olvidar.

De poema no se tienen nada, es por ello que de imaginario se tiene todo, todo lo que nunca se tuvo y que jamás se tendrá; mis mejores líneas se fueron entre tus lágrimas y tus sinónimos más bellos se fueron entre mis olvidos, no obstante, mi tiempo siempre quedó a lado de tus pensamientos.

Al ver los poemas no escritos y jamás leídos, añoro con extrañeza lo imaginario de tus sonidos, las danzas de desvaríos de amor, eso que hacía brillar tus ojos y las mentiras que frívolamente alegraron mi corazón; pero es momento de aceptar que tus versos y mis versos ya no se aman más y que nuestro mejor poema, es aquel que nunca se escribirá.