El cómodo asiento del engaño

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A lo largo de los días, semanas y meses me he dado cuenta de la ilusión que suele ser el estar en el cómodo asiento del engaño. Te convences de merecer lo que claramente no mereces y te engañas al creer que no mereces lo que irónicamente si mereces. Descubrí la maldad en mí y me enteré de la ambigüedad de esa misma afirmación, jamás seré el bueno en la historia de nadie, ni siquiera en la mía. Aprendí a ser sueño y a ser la pesadilla de los que me han tenido y los que me han soltado, desearía desaparecer y solo ser un mal sueño de todos ellos para que se ahorren el dolor de haberme roto. Mis lecciones de despellejar y de arrancar con todo el rencor del mundo a los que con saña me tiraron al suelo ha sido satisfacción absoluta, me dejan pensando en mis componentes que en ocasiones se sienten crudos. En mi universo lleno de frialdad y abandono, un día llegó un hermoso cuasar a destruir absolutamente todo, lo consumió e iluminó brutalmente cada rincón. Mi estrella se expandió y explotó, ahora todo es cuna de emociones, de nuevos pensamientos e ideas. Mi universo se ha reinventado por la presencia del cuasar que llegó a romper mis cascarones y sacar a la pequeña estrella asustada de brilla.

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