2×1

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- Daniel, ya te lo dije campeón, no vas a ir a esa fiesta.

Daniel me había pedido ir a una fiesta pero no a cualquiera, una fiesta que iniciaba ¡A las 10 de la noche! ¿Qué va a hacer un niño de 11 años en una fiesta que empieza a esas horas? Si debería de estar preparándose para dormir no para salir a quien sabe que cosas

- Pero paa! Voy a quedar como un aburrido, al fin me invitaron los de mayores grados y vas a arruinar mi vida social

Reí y negué con la cabeza mientras picaba los vegetales para la cena

- Tú mismo lo has dicho cielo, te invitaron los de grados mayores y es porque es una actividad para gente con un par de años más que tú, cuando tengas unos 14 o 15 podrás asistir, Olivia tiene 13 y tampoco la dejaría hacerlo

Abrió los ojos como platos y frunció el ceño como gesto de indignación

- ¡¿Hasta los 14 o 15?! Ni que viviéramos en la prehistoria, mis compañeros se van a burlar de mi si, sólo puedo salir hasta las 8 a menos de que tenga los putos 14 o 15s

Suspire, a veces era realmente cansado tener a dos mounstritos entrado a la a adolescencia a tu cargo, dejé de picar los vegetales y me voltee para verlo

- Daniel, te apuesto a que cualquier padre o madre con el mínimo de consciencia no dejaría que su hijo de 11 años vaya a una fiesta de esas, la edad normal son los 16 o esperar hasta los 18 para poder ingerir alcohol, pero tu padre es un buenazo que te adelantará dos o un año, aclaro, solo para salir, sé que vas a tomar en algún momento pero espero que almenos tus primeras borracheras las tengas en casa y con la familia para que después puedas controlarte en un ambiente diferente o desconocido, sin embargo, aunque a mi pobre hijo le toque sacrificar su vida social por estar encerrado en una torre sin comunicación con el exterior, la respuesta sigue siendo no.

Gruñó como resultado para después correr escaleras arriba, me dedique a terminar de hacer la cena, aún es bastante temprano pero prefiero calentarla a hacerla de noche, me da más pereza. Daniel se fue molesto a contarle su drama a Olivia y por lo que alcancé a escuchar, la pobre se llevó un almohadazo por reírse.

Terminé con la cocina e inmediatamente prendí el computador, tenía que pedir algunas cosas para las reposterías y lo había Estado posponiendo, odio con todo mi ser tener que hacer estas cosas, yo soy chef, un repostero profesional, no debería estar surtiendo las tiendas y menos aún sabiendo que tendré que hacer inventario después. Estaba lo suficientemente concentrado como para escuchar el timbre hasta el tercer toque, vaya fue mi sorpresa cuando ví a una mujer con ropas bastantes desgastadas acompañada de dos niñas pequeñas las cuales eran igualitas, supuse que venía a pedir dinero o donaciones de ropa.

- Te presento a Abbigail y Alison, son tus hermanas.

Tosí completamente desconcertado, ¿hermanas?

- Señora, entiendo que quiere dinero o donaciones, se lo puedo dar sin necesidad de mentir, la única forma de que sean mis hermanas es que sean de mi padre y está en la cárcel hace casi 3 años.

La señora busco en su bolso y después de unos segundos me entregó lo que parecía ser el Acta de nacimiento de las niñas, nacieron un par de meses antes de la condena de Nelson, era posible que fueran sus hijas.

- Entenderá por qué no tienen el apellido, lo cierto es que debí de haber venido mucho antes, pero me convencí a mi misma de que podría con ellas, pero no fue así, las mellizas necesitan un hogar, una familia estable y yo solo les puedo dar... Bueno, yo no les puedo dar nada

Las 9 promesas de un MonroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora