Capitulo 19

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Al terminar la llamada con Damián, el avión despegó y mi tío permaneció a mi lado todo el trayecto hasta que llegamos a Guadalajara, aterrizamos a las 8:30 de la mañana y por fin pude sentirme libre al fin, sin esas cadenas que anteriormente me at...

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Al terminar la llamada con Damián, el avión despegó y mi tío permaneció a mi lado todo el trayecto hasta que llegamos a Guadalajara, aterrizamos a las 8:30 de la mañana y por fin pude sentirme libre al fin, sin esas cadenas que anteriormente me atemorizaban por permanecer encerrada tanto tiempo sin sentir la cálida brisa y el calor del sol en mi piel.  Sé que tomé la decisión correcta ya que si no estoy bien físicamente y emocionalmente no podré avanzar en mi recuperación, solo espero no tener complicaciones para recuperarme.  

Subimos a las camionetas Suburban blindadas que nos estaban esperando para trasladarnos al centro de rehabilitación de trastornos de la conducta alimentaria. Ya que llegamos al centro nos recibió la directora del centro, la señora Rosaura.

—Tu debes ser amara, ¿cierto?—preguntó con una sonrisa mientras estrecha mi mano—tu tío te a traído al mejor lugar para que te recuperes—comenta amablemente.

Estrecha la mano de mi tío y vamos caminando hacia dentro del centro, mientras que los hombres se quedaron a hacer guardia afuera en caso de alguna emergencia. Parecía un instituto en medio de la nada, tal como dijo mi tío fuera del radar para que no corriera ningún peligro. Al entrar, sentía un nerviosismo recorrer mi espalda al ver a muchas chicas y niñas delgadas igual que yo.

Fue algo duro de ver ya que algunas tenían sonda en el costado de su rostro, pero aún así estaban sonriendo.—En TCA Center nos especializamos como ya te lo abra comentado Sergio, en el tratamiento nutricional, psicológico y emocional de jóvenes con trastornos de la conducta alimentaria—comenta mostrando la instalaciones y solamente la escucho a detalle.

—Las habitaciones son compartidas para poder tener mejor vigilancia de las señoritas, puede variar el rango de edad con la jovencita o niña que te puede tocar de compañera—dice con seguridad.

De pronto miro a una niña de unos 5 años que portaba un vestido rosa con mariposas de tela en el borde del vestido, pasa corriendo por el pasto con un conejo blanco de peluche en brazos y se tropieza. Comienza a llorar y me dirijo a ella para ayudarla a levantarse, mientras que detrás de mí venía la directora, mi tío y cachorro—¿Estás bien pequeña?—le pregunté.

La niña solo me miraba y tenía unos ojos azules zafiro, parecía un océano infinito su mirada, cabello rizado dorado, una tez blanca de porcelana. Se mantuvo callada hasta que llegó la directora a su lado.

Cachorro recogió el conejo de peluche que calló a pocos metros de donde se había tropezado la niña y me lo dio a mi para que sostuviera.

Parecía una muñeca.

La directora se baja al nivel de la pequeña diciéndole—Zoé, ya te tengo dicho que no corras descalza corazón—la directora la revisa y ve que tiene un pequeño raspón en la rodilla a causa de la caída.

Zoé agarra el borde de mi vestido con su pequeña mano y su conejo lo abraza a su pecho. La directora se quedó asombrada al verla cerca de mi.—Es la primera vez que Zoé hace algo así, jamás se había acercado a ninguna joven desde que llegó aquí hace unas semanas—dice con tranquilidad y con una pequeña sonrisa.

—Quizás amara es un imán para los pequeños—comenta de manera bromista mi tío y Zoé se esconde detrás de mí.

Muchas jóvenes tenían su mirada postrada en nosotros por lo sucedido y por ser la nueva del centro. Continuamos caminando mirando las instalaciones con Zoé a mi lado, hasta que llegamos a la oficina de la directora, Zoé esperó sentada en la entrada de la oficina mientras que nosotros estábamos hablando con la directora.

—Ahora que ya estamos a solas, podemos crear el plan de tratamiento para amara—comenta abriendo una gaveta donde estaban los documentos de las jóvenes recién ingresadas.

Miro el documento y tenía el nombre de Isabel Gutiérrez, volteo a mirar a mi tío sorprendida.

—Durante tu estancia aquí utilizarás el nombre de Isabel Gutiérrez para proteger tu identidad en caso de algún imprevisto que sea relacionado a David Blanco y tu padre—dice con calma mientras que mi tío se quita la tejana.

—Tu tío es uno de los mayores donadores para esta institución de ayuda para las jóvenes, de antemano me explicó la situación y aunque no debería de acceder a esta petición, sin embargo, tendremos a un enfermero a cargo de ti para cuidarte en caso de alguna emergencia—.

Le pasa el documento a mi tío para que firmara, una vez ya firmado volteo a mirarme y en su mirada se veía triste. Estrecha la mano de la directora y le da la gracias por haberme aceptado a pesar de saber la situación tan crítica.

—Las pertenencias de Isabel ya se encuentran en su habitación, es la 1402—se levante de su silla y nos dirigimos a la salida de la oficina.

Miro la banca que se encontraba en la salida de la oficina y ahí permanecía Zoé jugando con su conejo. Me acerco a ella, le estiro mi mano para que la tome. Sus pequeñas manos se entrelazaron con la mía, mientras que mi tío me miraba con una sonrisa.

Caminamos hasta la salida de la institución y no pude evitar ponerme sentimental. Abrazo a mi tío despidiéndome de él—Bueno mija, aquí nos despedimos pero vendré a verte pronto—me da un cálido beso en la frente y se pone de cuclillas para decirle a Zoé.

—Te la encargo mucho muñeca—Zoé solo asiente.

Mi tío se despidió de la directora y todos sus hombres se quitaron sus tejanas, agachando la cabeza como despedida. Todos se subieron a las camionetas y se dispersaron las camionetas en diferentes direcciones para no causar tantas sospechas.

Todos se subieron a las camionetas y se dispersaron las camionetas en diferentes direcciones para no causar tantas sospechas. Ya que las camionetas se habían ido nos dirigimos a la habitación que me habían asignado, era una habitación individual.

Las maletas que habían subido a la camioneta ahora se encontraban en un rincón cerca de la cama.

—Directora, ¿la habitación no era compartida?— preguntó.

—Así es, pero esta habitación está aislada de las demás señoritas debido a la situación que me comentó tu tío—comenta con calma mientras carga a Zoé, pero Zoe comienza a querer hacer que la directora la baje para estar a mi lado.

—Isa...—Zoé murmura y la directora me mira sorprendida.

—Es la primera vez que Zoé pronuncia una palabra—la miró sorprendida y sin decir nada bajá a Zoé. Ella se dirige hacia donde yo estaba y toma mi mano sin querer soltarla.

—¿Deseas quedarte con Isabel?— la directora le pregunta a Zoé y ella solo asiente.

La directora suelta un suspiro—Haré que traigan las pocas pertenencias de Zoé y se podrá quedar contigo— Zoé comenzó a brincar de felicidad y yo solo sonreí al verla.

La directora llama a la persona que estaría a cargo de mi durante mi estancia en la institución. Los ojos miran con asombro a la persona que estaba frente a mi con un uniforme de enfermero pero su mirada cálida y protectora me hizo sentir segura por alguna razón. Zoé estaba escondida detrás de mi cuando vio a la persona parada frente a nosotras.

—Cachorro—murmuró mientras el acomoda el arma que se encontraba dentro de su pantalón.

Almas en Guerra #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora