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Capítulo 5: "La campeona sirena"

El pueblo de las sirenas y los tritones era de los más hermosos a ojos de Elizabeth

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El pueblo de las sirenas y los tritones era de los más hermosos a ojos de Elizabeth. Se encontraba al este del castillo de Liones y al sur de la montaña de la muerte (hogar de los descendientes de gigantes) por lo que para la princesa fue todo un alivio al fin salir del ambiente asfixiante del volcán.

Volver a respirar aire fresco fue toda una bendición, ver los pastizales le alegró el corazón y ponerse en marcha hacia la proxima aldea la tenia ansiosa. Deseaba llegar ya al pueblo de las sirenas.

Lo mejor de las sirenas era que eran muy corteces con sus visitas, tanto, que incluso el rey tritón había mandado a colocar unos faroles de piedra luminosa (la cual brilla en la oscuridad) con el fin de crear un camino para que todo aquel que quisiera visitar su región pudiera encontrarlos sin perderse, era una zona turística muy popular.

Cuando salieron de la montaña de la muerte, se apresuraron a regresar a la posada en la que habían dejado a sus caballos y decidieron descansar el resto del dia. Estar en el volcán consumió todas sus energías.

La princesa se mantuvo al margen, escuchando la plática de los caballeros que comían animados alrededor de la fogata. Era divertido escuchar las hazañas de los más viejos y también era divertido el ver cómo estos regalaban a los jóvenes cuando intentaban hacer alguna temeridad. Aunque se la estaba pasando bien, estaba resignada a notar las miradas que el pueblo le dedicaba al verla ahí y a sentir sus murmullos en su espalda.

—¿Qué hace aquí?—Susurraban los otros inquilinos en la posada, y la albina se obligó a fingir que los ignoraba. Incluso su comida ganó un sabor amargo debido a los tantos murmullos que llegaron a sus oídos. Quizá lo mejor era retirarse a descansar, no podía distraerse de su misión y era crucial que se concentrará.

La princesa solo se levantó, agradeció a sus caballeros por la compañía y al dueño de la posada por la comida y se encerró en su habitación deseando salir de ahí cuando antes.

A primera hora del día siguiente se pusieron en marcha abandonando el lugar, la princesa le pagó al dueño del rancho por su hospitalidad (aunque esté se había negado a aceptar dinero) y se marcharon de ahí sin que nadie más pudiera verlos

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A primera hora del día siguiente se pusieron en marcha abandonando el lugar, la princesa le pagó al dueño del rancho por su hospitalidad (aunque esté se había negado a aceptar dinero) y se marcharon de ahí sin que nadie más pudiera verlos.

The princess with sacred power Donde viven las historias. Descúbrelo ahora