XXVII

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Capítulo 27: Reunión familiar

—Por favor, coloque su capa y cubra su rostro—aunque el camino ya estaba solo de nuevo, Meliodas no dejó de usar aquel tono formal con ella

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—Por favor, coloque su capa y cubra su rostro—aunque el camino ya estaba solo de nuevo, Meliodas no dejó de usar aquel tono formal con ella. Habían pasado de largo la posta siguiendo el recorrido, tomaron el camino hacia Bernia aunque la princesa no pudo evitar las ganas de visitar Camelot para ver a su querido Arthur. Era curioso como la aldea de Meliodas estaba tan cerca del pueblo de los humanos del caos aunque la joven decidió guardarse aquellos pensamientos para si misma—Si alguien llega a reconocerla, se puede armar un escándalo o el rey podría molestarse. Será mejor que cubra su identidad hasta que pueda estar segura en mi humilde morada—ella era consciente de eso por lo que asintió con cuidado y cubrió su rostro con su capa. Cruzaron la muralla de Bernia siendo saludados por unos cuantos soldados que estaban haciendo guardias (por suerte a nadie pareció importarle la figura encapuchada) y luego siguieron el camino hacia la aldea en completo silencio.

El sol ya se había ocultado, la luna formaba sombras algo tenebrosas, pero aún así el paisaje de las luciérnagas volando volvía todo hermoso y brillante. Un paisaje precioso que a la princesa le encantó poder admirar al lado de una persona tan especial.

—¿Y que pasa con los adornos reales de mi caballo?—el blondo gruñó olvidando ese minúsculo detalle y luego suspiró. Los caballeros de la muralla no los habían notado, pero seguro que alguien en la aldea podría verlos. Mierda, ¿Cuál sería su excusa?

—Diremos que...—

—No tenemos que explicar nada— Elizabeth rió divertida y el escolta dio un pequeño brinco por la repentina carcajada. La joven siguió riendo por aquella reacción tan adorable y luego finalizó con asentir con la cabeza suavemente—No tenemos que darles explicaciones, si alguien quiere saber inventaremos algo en su momento, si no que importa, que vean todo lo que quieran—

—Usted en serio es...—Meliodas también soltó una pequeña risa, enternecido por el carácter despreocupado de la princesa y asintió—De acuerdo, tiene toda la razón—

Tras aproximadamente una hora de subir el camino por la colina, Meliodas y Elizabeth lograron ver el final del sendero. El letrero de la aldea Bernia se alzaba ante ellos iluminado por velas y en su entrada un joven caballero se interpuso en su camino antes de poder entrar.

—¡Alto ahí!—gritó y Meliodas no pudo evitar alzar una ceja—¡Identifíquese!—

—Soy Meliodas, de la aldea Bernia—se presentó con formalidad, el caballero entrecerró los ojos acercándose más al rubio como si algo en él lo intrigara y tras verlo de arriba a abajo, agudizó su mirada, al instante el blondo admiró como el rostro del joven se ponía pálido al reconocer al caballero más fuerte de todos y retrocedía sorprendido. El de cabellos castaños tembló un poco entre algo que no supieron si era emoción o temor, pero como toda actitud fanfarrona se esfumó, ambos dedujeron que era por emoción.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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