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Cuarto mes de gestación y las cosas iban perfectas, el cachorrito estaba creciendo muy bien, SoonYoung estaba bien, los mareos y vómitos ya no eran tan frecuentes como antes, sin embargo, los antojos extraños persistían.

Pero así como unos síntomas se van, llegan unos nuevos.

Como por ejemplo; los cambios de humor y la inflamación de los pies debido al esfuerzo por tener que llevar un bebé dentro de él.

Todo esto parecía un verdadero castigo, pero SoonYoung estaba más que feliz, siempre se repetía que todo por lo que estaba pasando tendría una gran recompensa y esa sería cuando tenga a su hijito en su brazos.

La pareja aún no sabía el sexo de su bebé, pero lo sabrían cuando el omega cumpliera los cinco meses de gestación.

Por otro lado, MingHao si que estaba sufriendo, pues desde el embarazo sus horas de dormir se habían ido por la borda, había días en los que el omega se despertaba por la madrugada con antojos desde lo más básico hasta llegar a pedir helado de vainilla con salsa picante.

El alfa había llegado a vomitar cuando veía cómo su niño comía esas cosas, pues a pesar de que este las disfrutara, él sabía que cuando el embarazo terminara su niño igual las vería como un completo asco.

También estaba que tenía que lidiar con los cambios drásticos de humor de su pareja, pues MingHao ya no sabía en qué momento el omega estaría triste, en qué momento feliz o enojado.

De hecho, esa era una de las razones por la cual el alfa cumplía los antojos tan exóticos de su pareja, si le decía que no, era todo un berrinche o en casos extremos, a su omega jurando que se iría de la casa y lo abandonaría.

Pero al final del día, MingHao también estaba disfrutando la experiencia, él también sabía que todo esto era porque su novio llevaba a su cachorro en su vientre y que en unos meses lo tendrían en sus brazos.

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La pareja en este momento se encontraba en un centro comercial, a petición del alfa. Este había tomado la costumbre de llevar una vez a la semana a su omega a dar un paseo como un premio y muestra de agradecimiento por estar gestando a su hijo y tener que soportar todos los síntomas del embarazo.

SoonYoung iba vestido con una polera rosa pastel muy grande que le llegaba a la mitad de los muslos y que por ende hacía que su pancita de cuatro meses casi no se viera. En la parte inferior sólo llevaba un pantalón de chandal gris para sentirse más cómodo, sus zapatillas y su clásica boina color amarillo pastel en sus cabellos grisáceos.

Mientras el alfa iba vestido con un pantalón negro, una camisa negra, su chaqueta también de color negro y las botas negras que casi siempre usaba.

El alfa tenía su mano entrelazada con la pequeñita de su novio y no paraba de gruñirles a todos, pues tener a su omega preñado hacía que tanto alfas como betas quisieran acercarse a él por el delicioso aroma que desprendía.

—Minggie, basta~ Pareces un perrito enojado— habló el menor mientras reía por los celos de su novio.

—Bebé, entiende, sólo te estoy protegiendo a ti y a nuestro cachorro— respondió al mismo tiempo en que le gruñía a un alfa que se le quedó viendo de más a su niño.

Entonces como MingHao ya estaba cansado de tener que gruñirles a todos, simplemente optó por llevar a su omega a los baños que allí había. Cuando llegaron abrazó a su chico y comenzó a restregarse contra él, impregnando su aroma en todo su cuerpito y haciendo que el rico olor a galletas, caramelo y leche desapareciera y fuera remplazado por el de él, que es menta y tierra mojada.

Cuando el labor de marcar a su omega estuvo hecho, sonrió orgulloso por su trabajo mientras el omega sólo fruncia su ceño en clara muestra de enojo, que desapareció al instante al sentir los labios de su alfa contra los suyos.

—Ahora si, mi vida, nadie se les va a acercar a mis bebés, los dos son míos— dijo el mayor cuando se separó del beso. Desde que comenzó el embarazo, su lobo y él se volvieron el doble de protectores y territoriales con su omega.

—Y tú eres nuestro, Minggie~ — respondió de igual forma.

—Todo, mi amor, todo yo les pertenece a mis dos pedacitos de cielo— afirmó mientras tomaba las mejillas regordetas de su niño y las apretaba un poco, se acercó y dejo un besito en la punta de su nariz—. Vamos, bebé, ahora si hay que premiarte por ser el mejor omega del mundo.

SoonYoung chilló emocionado y tomó la mano de su alfa para salir de los baños. En esta ocasión, quería de premio ir a ver una película, comer una pizza y luego ir por un helado.

Y MingHao estaba encantado de tener la dicha de poder complacer a su pequeño bebé en todo lo que quisiera.

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𝗜𝗻𝗼𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗕𝗲𝗯𝗲  ୨୧  𝖧𝖺𝗈𝖲𝗈𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora