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3 años después.

—¡HyeJoo! ¡ven para acá! — gritó el omega a su hija, quien se estaba escondiendo de él. 

Habían pasado ya tres años de la llegada de HyeJoo a la vida de la pareja, en este momento SoonYoung contaba con 23 años, MingHao con 28 años y HyeJoo con 3 añitos. 

El omega había terminado su carrera con éxito, mientras que el alfa seguía expandiendo su empresa internacionalmente, y HyeJoo sólo se dedicaba a hacerlos muy felices. 

Aún no estaban casados, y a decir verdad, SoonYoung se sentía un poco triste por eso y poco a poco iba perdiendo las esperanzas de que un día su novio le propusiera matrimonio. Es decir, se conocen desde hace ocho años y tienen una relación estable desde hace cinco, ¡incluso ya tienen a una pequeña cachorrita! El omega a veces trataba de entender a su novio, pensaba que tal vez a MingHao no le gustaba el tema del matrimonio y prefería vivir en unión libre, pero incluso si eso es así, a SoonYoung le rompe un poquito su corazón. 

Dejando las tristezas de lado y volviendo al presente, en este momento el omega se encontraba persiguiendo a HyeJoo por toda la gran casa, ¡desde que esa pequeña niña camina todo es más difícil! 

El motivo de por que la estaba persiguiendo no es nada malo, simplemente es por que MingHao -quien en ese momento se encontraba en la empresa-, le había comprado unos caramelos a HyeJoo, el omega al verlos quiso agarrar uno para probarlo, pero no contó con que su hija fuera una pequeña envidiosa y no quisiera darle uno solo. 

—¡Bebé! ¡sólo dame uno! — gritó SoonYoung. 

—Papá Hao m-me los trajo a mi— le respondió a su papi Soon, escondida bajo el comedor.  

—¡Papá Hao los compra para los dos! ¡dame uno! — rogaba el omega a su niña. 

—Nop— respondió HyeJoo con un pucherito. 

MingHao quien iba entrando a la gran casa, estaba escuchando los gritos desde que estaba afuera. Quiso saber que pasaba, así que rápidamente se dirigió a donde provenía la pequeña pelea, encontrándose con su omega cruzado de brazos, con el ceño fruncido y un pequeño puchero, y con su hija escondida bajo el comedor comiendo los caramelos que le había comprado. 

—¿Qué pasa, amor? — preguntó el alfa al omega, llegando a su lado. SoonYoung al escucharlo se giro hacia él y lo abrazó, escondiendo su carita en su pecho. 

—Mi bebé no me quiere d-dar un dulce— dijo, tartamudeando un poco ya que tenía ganas de llorar, era la primera vez que su hija se comportaba de una manera tan rebelde con él. 

—HyeJoo, ven aquí— ordenó MingHao, pasando un brazo por alrededor de la cintura de su omega y con la otra comenzó a acariciar su cabecita. Su hija también hizo un puchero y salió de su escondite abrazando la bolsa de caramelos contra su pechito. 

—M-mande— habló la pequeña, llegando junto a sus padres. 

—¿Por qué no le quieres dar un dulce a tu papá? — preguntó, aún con su cara seria. 

—Tú m-me dijiste papi— dijo HyeJoo obvia, MingHao abrió sus ojos para luego recordar. En efecto, él le había pedido a su hija que no le diera de esos caramelos a su omega. 

—¿Tú dijiste qué, Minggie? — habló el omega, separándose del pecho del alfa. 

—Bueno, amor, no pienses nada malo, yo si le dije a HyeJoo que no te diera, pero es por que también te compre una bolsa de caramelos a ti, sólo que como estabas dormidito no quise despertarte y la puse en la alacena, pero luego olvidé dártela— explicó el alfa, muy avergonzado. 

—¡Si! papá Hao, c-compró caramelos para papi Soon— afirmó HyeJoo, llevándose otro de los deliciosos caramelos a la boca. 

—¿Y por qué no me lo dijiste, mi amor? Así no hubiéramos peleado — contestó SoonYoung, arrodillándose para estar a la altura de su niña, quien soltó una risita y lo abrazó con una sonrisita. 

—Porque se me olvidó, papi— dijo riendo, separándose del abrazo y negando con su cabecita, llevándose otro caramelo a su boquita mientras una de sus manitas era sostenida por una de las manos de SoonYoung. 

—HyeJoo, de todas formas si papi Soonnie te estaba pidiendo un dulce debiste dárselo— habló de nuevo MingHao. 

—Si papi, no v-volverá a pasar— asintió con una sonrisa y sin más se fue corriendo a su cuarto de juegos, dejando sola a la pareja. 

—Ven aquí, mi vida— ofreció su mano a su omega quien aún seguía arrodillado en el suelo, este la tomo y se puso de pie, MingHao lo acercó a su anatomía y tomó su rostro entre sus grandes manos, acercó sus rostros para luego juntar sus labios con los de su pequeño. Se besaron por unos largos momentos, con cariño y lentitud, ambos disfrutando del contacto—. Te extrañé— susurró el alfa contra sus labios una vez se separaron. 

—Pero si nos vimos en la mañana, Minggie— dijo el omega, soltando una risita. 

—Mientras mi cuerpo no esté cerca del tuyo, yo siempre estaré extrañándote— confesó, haciendo que las mejillas del omega se pusieran rojitas. A pesar de los años que llevaban juntos, MingHao siempre lograba tener el mismo efecto en su omega. 

—Te amo mucho, Minggie, yo también siempre estoy extrañándote— dijo, para luego dejar un pequeño besito en los labios de su alfa y salir corriendo a la cocina para ir por sus caramelos. 

MingHao sólo se quedo ahí, con una sonrisa boba de lo enamorado que estaba de su omega. Encantado con el hecho de que a pesar del tiempo, su niño seguía conservando esa aura de inocencia y ternura que lo caracterizaba. 

El alfa era muy feliz con su pequeña familia, le encantaba tener a dos bebés a los cuales consentir y mimar todo el tiempo. Los amaba tanto. 

MingHao ya sólo estaba esperando el día indicado para dar el último paso en su relación.

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𝗜𝗻𝗼𝗰𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗕𝗲𝗯𝗲  ୨୧  𝖧𝖺𝗈𝖲𝗈𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora