Capítulo 3

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-¡Brigitte! ¡Brigitte! ¡Brigitte! -sólo hago que oir mi nombre. Entonces me doy cuenta de que me he desmayado. Me levanto despacio, estoy mejor. Me encuentro bien. Veo todo lo que hay a mi alrededor, veo a Julie.

-¿Estás bien? -me dice.

-¿Qué haces aquí?

-Brigitte...

Me acuerdo de lo que vi. Una mujer, muerta, en medio de la calle.

-¡Mamá! ¡Mamá! ¡La quiero ver! -así que me levanto de la camilla y camino hacia la calle, unos metros más allá. Cruzo la cinta y caigo de rodillas para abrazarla. Empiezo a llorar.

-¡Dios mío! ¡Está muerta! -grito.-Mamá, mamá... ¿me oyes? -¿cómo me va a oir?-Mamá, te quiero mucho...

-Brigitte -es Julie, me levanta y me abraza.-Ya está. Mírame -la miro.-Lo vamos a encontrar, ¿vale? -ella también llora.-Ahora, lo que tienes que hacer, es contarles cuanto sepas a la policía, ¿entendido? -asentí.-Venga, abrázame.

¿Por qué? ¿Por qué ella? No lo entendía.

☆ ☆ ☆

-¿Cómo se llamaba su madre?

-Corinne Schneider.

-¿Años?

-51. Los hizo el 17 de mayo.

-¿Era casada?

-Sí, con mi padre. Rüdiger Ehrlich.

-¿Vivía con usted?

-No, yo vivo con Julie, la chica rubia de allí. Ella vivía con mi padre unos 2km más lejos -todavía con lágrimas intentaba responder.

-¿Alguien que sepa que pudiera haberle hecho esto a su madre?

-No, por supuesto que no. Mi madre no tenía enemigos. Era una mujer amada por todos sus amigos y compañeros de trabajo. No se me ocurre nadie.

-Muchas gracias, Brigitte. De momento no hay más preguntas. Descansa.

Salgo de comisaria, Julie me llevaría a casa. Estoy deprimida. No entendio nada. Antes de irme, me encuentro a mi padre con un hombre. Seguro que le están haciendo preguntas, como a mí.

-¡Papá! -lo abrazo con todas mis fuerzas y lloro, otra vez. A él también se le cae alguna lágrima.

-Todo irá bien. Te quiero mucho. Ahora vete a tu piso, ¿de acuerdo?

-Yo también te quiero.

Me despido de él. Durante todo el trayecto no abro la boca ni un segundo. No tengo ganas de hablar. Julie me deja a casa, y ella se va a trabajar.

Me siento en el sofá y me desahogo. No puedo parar de llorar. La quería mucho, y ahora no está. Se fue.

Memorias de un crimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora