Capítulo 4

68 4 0
                                    

Enciendo la tele. Está puesto un canal dónde hacen las noticias.

"Hoy, 27 de octubre, una mujer de 51 años ha aparecido muerta en una de las calles de Berlín. Dicen que murió hacia las 6:30h de la mañana, apuñ..."

Apago el televisor. No quiero oir más de aquello. No paro de llorar, pensando en que un de las personas que me había dado la vida, ha perdido la suya. También pienso que mi trabajo ha acabado, no puedo dedicarme a esto con lo que acaba de pasar. ¿Qué será de mi y de mi padre? Hace tiempo que mi hermana mayor se fue de casa, y ahora vive con su marido y sus dos gemelos de 4 años en Nueva York. Ella, Elisabeth, de una manera u otra, nos dejó solos. No hemos sabido nada de Elisabeth durante años. Tiene 8 años más que yo. Entonces, dentro de esos pensamientos, suena el teléfono fijo.

-¿Quién es? -digo aún con alguna lagrimita.

-Soy Karl -el guía.-¿Cómo te encuentras?

-Hola Karl. Mal, me encuentro mal. Lo siento, pero es que ahora no tengo ganas de hablar con nadie. Informa a todo el equipo por favor.

-Hecho. Pero, ¿sabes cuándo volverás?

-No os lo tomeis a mal, pero no creo que vuelva nunca.

-¿Qué? ¡Pero si deseabas este trabajo con toda tu alma!

-Ya, lo deseaba -remarco la última palabra.-Pero, después de esto, no creo que sea mi sueño.

-Te entiendo. Te echaremos de menos, aunque no nos hayamos conocido mucho.

-Adiós -cuelgo.

Sí, como habeis oído, no volveré a trabajar como lo he querido siempre. Esto me ha afectado mucho, y no creo que pueda realizar la faena con esto en mi memoria.

En estas circunstancias, no me importa quien ha sido el asesino. Solo quiero que vuelva ella, que vuelva de los pies a la cabeza con todos nosotros.

Te he querido, te quiero y te querré siempre, mamá.

Memorias de un crimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora