Capítulo 10

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Llego a casa de mis padres (mi padre todavía no ha llegado del trabajo). Empiezo a rebuscar en el cajón de las llaves y no encuentro la llave de casa. Entonces recuerdo que mi madre compró un armario pequeño de cristal para colgar a la pared y poner las llaves allí. Miro el amario y... el delfín no está. Pero, hay otra cosa.

Gracias por el detalle. Ya tengo juguete para mi hija.

Assn47

Otra vez la misma persona, misma letra. Empiezo a coger miedo, y me doy cuenta de una cosa: "Assn47". El número; el mismo que había al lado del cuerpo. Me llevo la nota y voy al piso. Allí me encuentro con Julie, muy enfadada.

-Ay, hola Julie. ¿Cómo te ha ido el día?

-Brigitte Ehrlich Schneider, siéntate aquí ahora mismo -dice señalando una silla. La obedezco. -¿Te crees que puedes marchar de casa sin desayunar?

-No tenía hambre y tenía prisa -excusa.

-Aunque tengas prisa, necesitas nutrientes. Sé que lo estás pasando mal, pero no puedes dejar de comer. A ver si al final caes enferma.

-No te preocupes, soy mayorcita y se cuidarme sola.

-Lo sé, Bri, pero hazme caso. No estás en tu 100%.

-¿Ya estás? -digo levantándome.

-Espera, señorita. Siéntate -esta vez no le hago caso.

-Me lo puedes decir derecha perfectamente. No soy una niña de 4 años.

-Bien, pero escúchame. ¿Dónde has ido esta mañana?

-¿También te tengo que decir dónde he estado cada minuto?

-Me preocupo por ti, porque te quiero.

-¿Nos podemos sentar y comer, porfavor? Ahora te lo cuento todo.

-He hecho judías verdes y salchichas.

-Vale. Te cuento. He ido de visita al departamento forense. Mis ex-compañeros me han informado de las pistas y pruebas.

-¿Y qué?

-No mucho, sólo significados y simulaciones, nada en objeto. Bueno, unos antidepresivos.

-Poco a poco, Brigitte, poco a poco.

Memorias de un crimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora