Había pasado un día de lo ocurrido, de aquel extraño accidente en donde Marcy no murió, pero parecía como si así fuera, y en el cual un niño le dijo que se quite el crucifijo. A ello se le suma el hecho de que siente que alguien la estuviera viendo fijamente, escucha pasos detrás de ella y el molesto pitido en su oído izquierdo. ¿Qué podía decir en su defensa? Absolutamente nada. Ella se lo había buscado, ella lo había querido y, si había funcionado, aún lo quiere.
Sin embargo, está asustada y no se quitará el collar.
Según investigó en el libro donde estaba la invocación, una vez que se ignora al espíritu, este se aburriría y, eventualmente, sé irá por su cuenta.
Fingirá que no vio el color sangre en los ojos de su doctor, y que el niño del hospital tiene algún tipo de enfermedad mental, la cual lo hacía alucinar y ver cosas que no estaban allí. ¡Tal vez podría mentirse a sí misma y pensar en que estaba enferma mentalmente, también! Y lo hizo.
Fue entonces aquel día, el segundo, para ser exactos, al cual Marcy maldijo/bendijo de por vida.
Los Wu se dirigen a la iglesia en el Triumph Herald. La más joven lleva puesta su ropa casual: Una camisa blanca con un estampado de un pato, pantalones color verde, una chaqueta de jean color azul claro, un brazalete, y el broche color verde que siempre lleva puesto.
Darcy luce muy bonita con su camisa blanca, una falda negra y una chaqueta del mismo color; a pesar de que ella odia las faldas, las usa, ya que, según su padre, debe parecer más femenina. Su madre va con un vestido totalmente blanco que le llega hasta las rodillas, zapatos planos del mismo color, y con el cabello suelto de manera preciosa, y su padre va de camisa blanca y pantalón negro, recién salido de la ducha. Todos oyen una —obviamente religiosa— melodía que le da gusto oír a la familia, e incluso se la saben de memoria, pero no son lo suficientemente exagerados como para cantarla al unísono. Bueno un poco.
—Oh, no —Marcy murmuró mientras observa por la ventana un accidente que hay a lo lejos, en el borde de la carretera la cual su padre conducía. Marcy intenta observar por la ventana de su hermana mientras la señora Wu tapa sus ojos y murmuraba en voz baja, algo indescifrable. El señor Wu frunció su ceño y manejó más rápido, intentando pasar rápidamente para que ninguno sintiese tristeza o impresión. Marcy se acercó más a la ventana, observando a través del vidrio cuando estuvieron frente al desconocido autohecho trizas, y el tiempo pareció ir más despacio mientras presenciaba una figura totalmente negra, alta, de hombros anchos y con algo largo en su mano. Está de pie a un lado de uno de los cuerpos en el suelo, e incluso sus ojos no pueden verse, la pelinegra sabe que, al menos por un momento, tuvo aquella escalofriante mirada sobre ella. Ningún oficial o enfermero pareció notarla, pasando de ella como si no estuviese allí, siendo imposible de ocultar.
Rápidamente, volvió su vista al frente y tragó con fuerza la bilis que subía por su garganta, pretendiendo que todo está bien. Nada ni nadie podría quitar aquella imagen de su mente: al hombre ensangrentado, con su vista perdida y piel algo morada. Los enfermeros y policías hablaban entre ellos, mientras aquella figura estaba allí como si nada.
—Mamá, Marcy está rara —advirtió Darcy, viendo a su hermana menor de manera extraña, apartándose un poco para no ser vomitada.
Su madre se asomó entre los asientos delanteros con rapidez, y su padre se limitó a ver a su hija por el espejo retrovisor, intentando disimular la preocupación.
—Marbles, cariño. ¿Te sientes bien? ¿Quieres que nos detengamos por un momento? —preguntó la mujer de manera dulce, pero, de pronto, parece asustada. Se volteó rápidamente hacia su marido—. Si es que se puede, claro.
Aquella pregunta indirecta la hizo querer vomitar aún más. Negó rápidamente, bajando la mirada y respirando hondo. Debe de mantener la calma.
—Está bien, hija —esta vez fue el señor Wu el que habló, ignorando la pregunta de su esposa.
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Dancing With The Devil //Sasharcy
RomanceEs 1967 y Marcy está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Cansada de un dios que finge oídos sordos, toma sus propias riendas as escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurre a la mismísima Diabla? ¿Qué tan rápido le o...