La Nueva y Última

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 ¿Cuánto tiempo ha pasado?

No está segura, talvez no lo que ella cree. Aún continuó en aquel lugar, abrazando el cuerpo de su niña favorita, acariciándole su precioso cabello, admirándola.

<<Jamás te he amado>>. Aquellas fueron sus últimas palabras.

Sasha intentó no dejarse influir por ello, porque recuerda sentir lo que sentía Marcy por ella antes de no tener alma, pero, de todas formas, sabe que no podrá deshacerse de ese recuerdo.

Lo peor de todo es que ni siquiera puede morir. No hay nada que la pueda eliminar, está condenada a ello. Tiene que vivir sabiendo que asesinó al amor de su vida.

Le acarició los labios con el dedo pulgar, los cuales estaban palidos, del mismo color que su bello, e inigualable rostro. Jamás volverá a probar esos labios, ni oír su dulce voz, la cual le hablaba entusiasmada sobre sus gustos, ni aquellas dos palabras que provocaron una extraña, pero agradable confusión en su mente.

Es tan injusto. Ella lo intentó.

Se esforzó por ser, al menos, un poco buena.

Una fuerte y fría brisa interrumpió sus pensamientos, seguido de un chillido que resonó en aquel oscuro sitio, por lo cual, Sasha se vio obligada a soltar el cuerpo de Marcy cuando fue lanzada a un rincón. El cuerpo inerte cayó al suelo ante la brusquedad, con lo cual la rubia intentó acomodar el cuerpo sobre la camilla, y aquello la hizo enojar más.

Gruñó con furia antes de levantarse del suelo, observando la figura alta y vestida con túnica negra, y sosteniendo una guadaña de punta filosa en sus manos. Comenzó a encimarse al cuerpo sin vida.

Sasha formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus ojos, una vez más, se tiñeron de color negro, antes de mover su mano con fuerza, y lanzar con brutalidad a la figura de esquina a esquina, intentando, de alguna forma, lastimarla, aun si no es capaz de siquiera sentir un dolor similar al suyo.

—No la toques, maldita sea —gruñó, finalizando por atraer a Muerte hasta tenerla frente a ella—. Te haré pedazos, hasta que agonices, jamás encontrarás la paz.

La guadaña voló por la habitación, cayendo en el miedo de esta, a la par que Sasha tomó el cuello de la escoria, apretando con fuerza, y sintiendo la satisfacción de unos huesos quebrados contra su palma. Sonrió, complicada, desquiciada, cambiando su gesto en cuanto gritó, invadida por la furia, y arrojó a Muerte a tan solo unos metros. Ya nada le hace sentir satisfacción, solo siente un hueco en su pecho. Ni siquiera destruyendo el universo le traerá consuelo.

—Es todo su plan, ¿verdad? —dijo, sonriendo con amargura mientras notó que la figura se levanta de nuevo—. Dios quería a Marcy, y tú se la diste. Te llevaste su alma para que yo la regresara a su cuerpo, y fallé. Ahora está muerta, y no hay manera de regresarla —Muerte, la cual ya está de pie, parece ignorar a la Diabla, caminando, una vez más, y con lentitud hacia la azabache—. Esa es una gran lección, usar a las personas para experimentar. Tenía razón —asintió con lentitud, derrotada.

Todo fue un juego del de arriba.

O eso creía.

Alzó la mirada cuando notó la mano de muerte ir en dirección al pecho del cadáver, y fue justo cuando estuvo a punto de apartarla. Sintió la ira, poco a poco, carcomiéndola, que la figura frente a sí gritó. Soltó un fuerte chillido, antes de ser arrojada, ni siquiera obteniendo el tiempo de caer al suelo, debido a que, de forma inesperada, se convirtió en cenizas, y se esfumó en el aire.

El ceño de Sasha se frunció, confundida a más no poder. Ella no hizo eso. Observó hacia la puerta de aquel sitio, en busca de algo que se adentrase, pero nada surgió de esta.

Dancing With The Devil //SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora