Danza Con La Diabla

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Sus ojos se abrieron lentamente al oír a su madre adentrarse a la habitación, cerrando la puerta con su cadera debido a que, en sus manos, carga una bandeja de plata, la cual tiene el desayuno: chocolate caliente en una mediana taza azul opaco y unas galletas horneadas por ella misma en un pequeño plato floreado de porcelana. A un lado, una nota en la cual le desea un gran día, y todas las bendiciones del mundo.

Volvió a cerrar sus ojos, sin querer que su madre notase que está despierta, oyendo como esta deja la bandeja sobre la mesa de noche antes de acariciarle el pelo—. Mars —llamó a su hija, la cual cubrió su cabeza con las cobijas—. El desayuno, mi amor.

—En un minuto.

La mujer suspiró, regañándola en un suave tono de voz, al saber que no va a despertar inmediatamente. Con una advertencia, salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella y subiendo los escalones. Marcy apartó las mantas de su rostro, refregando los ojos con sus puños. Sintió el peso de un cuerpo a su lado, y empezó a emocionarse.

—Vaya vaya, pero miren quién acaba de despertar.

No pudo evitar sonreír un poco ante el suave tono de voz de Sasha, cerrando sus ojos con fuerza mientras se estira antes de sentarse con lentitud.

Tomó la bandeja, apoyándola sobre su regazo antes de tomar con cuidado la taza de chocolate caliente y soplando suavemente el contenido.

Aceptó la galleta que Sasha le tendió, agradeciéndole en un susurro mojando el alimento en el líquido.

—¿Quieres? —preguntó, notando de reojo cómo la rubia niega.

—He estado merodeando por tu casa —Marcy casi escupe la comida, dejando la taza nuevamente en la bandeja antes de tragar con fuerza, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón y con sus ojos abiertos de par en par—. Tranquila. No hice nada que hiciese obvia mi presencia —exclamo diciendo con tranquilidad, haciendo que la mundana suspire aliviada—. Solo giré algunos crucifijos y asusté a tu padre. Eso fue todo.

—Oh, bueno....

Por algún extraño motivo, comienza a agradarle que Sasha hiciese notable su presencia.

Quiso observarla, específicamente sus finos labios rojizos, pero decidió observar su propio desayuno, sonrojada al recordar cómo había estado a punto de besarla la noche anterior, en la oscuridad de su cuarto.

—Descubrí que tienes una azotea.

Asintió lentamente en respuesta. Aquella simple azotea donde no tiene permitido acudir. Siempre ha querido sentarse allí, bebiendo un café mientras admira las estrellas, pero se lo habían prohibido, y todo porque sus progenitores siempre habían creído que es muy torpe con sus pasos. Que podría caer y morir trágicamente.

Solo exageran, no es como si ella, alguna vez, por andar distraída mientras observa, se halla caído de un quinto piso.

—Sí, pero nunca me dejan ir —respondió, bebiendo la última en su taza de chocolate antes de dejarla sobre la bandeja, tomando esta y dejándola sobre la mesa de noche—. Dicen que soy demasiado torpe.

— ¿Y tú qué crees?

Marcy relamió sus labios—. Que tienen razón —tal vez Marcy es el ser mas torpe que puede existir en todo el mundo.

—Hoy será un día muy largo —Sasha cambió de tema abruptamente, sin dejar de observar fijamente a la mundana—. Oí que tu madre está organizando una cena familiar para orar por tu puto primo —dijo con cierta ironía y diversión en su voz.

Marcy se estremeció—. ¿Él está en el infierno ahora? —teme por la respuesta, incluso sospechando cuál será.

—Obviamente

Dancing With The Devil //SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora