En el despacho de la Diabla hay calor, sudor, pasión y aroma a sexo.
Sí, Sasha lo había estado deseando, hace rato: Tener a su esposa desnuda sobre sí, saltando sobre su erección, besándole todo el cuerpo y que sus gemidos hicieran eco en su taller. La rubia está sentada sobre su trono, sintiéndose una verdadera reina.
Le acaricio los pechos mientras la hace detener los saltos al estar muy cerca. Quiere disfrutar más de aquellas sensaciones, tener el cuerpo desnudo y sudoroso sobre el propio, el cual está vestido con su ropa, pero los pantalones y ropa interior bajos, por supuesto.
Tomo el pelo azabache en un puño, tirando hacia atrás para alzarle el rostro y atacar aquellos labios rojizos y levemente hinchados. Marcy gimió. Se siente sin aire, con mucho calor y placer. Las manos de la Diabla están por todas partes, sus besos la hacen estar más cerca del límite, y las palabras sucias que le susurra su odio la hacen sentir una chica mala.
La ama tanto.
Sasha ordenó entre un beso los movimientos de Marcy, y volvió a reanudar los movimientos de sus caderas.
La joven rodeó el cuello de la Diabla con sus brazos, mordiendo su labio inferior, con sus ojos cerrados y ceño levemente frunció. La rubia llevó sus manos a la cintura de Marcy, presionándola para ayudarla a subir y bajar más rápido. En aquella sala reinaron nuevamente los gemidos, jadeos y chasquidos de los besos. Es demasiado, y ninguna puede soportarlo por mucho tiempo. Llegaron al clímax casi al mismo tiempo, con sus cuerpos temblando ante las descargas de placer mezcladas con alivio.
Se quedó abrazada al cuerpo de su esposa, la cual está repartiendo besos húmedos por su cuello.
Sasha le mordió juguetonamente el cuello en aquella área donde la chica tenía cosquillas, haciéndola reír adorablemente y retorcerse un poco en sus brazos, los cuales se estrecharon de manera más firme.
—Deberías tener una cama aquí.
—Deberíamos —corrigió—. Esto es tuyo, también —un cosquilleo se hizo presente en el abdomen de Marcy a la vez que recibe un beso en la oreja—. Aunque me gusta hacerte mía en mi trono —dijo en un murmuro y apretó los pechos contrarios, provocando que se oyera un bajo gemido.
La Diabla se apartó, tan solo para alzarle el mentón y besarla en los labios. Las lenguas de ambas se encontraron de inmediato, empezando a frotarse entre sí, formando húmedos sonidos y más calor en el pecho de ambas. Sasha se apartó con una suave mordida en el labio inferior de la chica, y entonces abrió los ojos para verla.
Pelo despeinado, mejillas sonrojadas, labios rojos y ojos brillosos. La mirada de la joven pasa de estar embobada a confundida y avergonzada.
—¿Qué pasa? —pregunto ladeando levemente su cabeza, con su ceño levemente fruncido.
—Luces jodidamente hermosa —halagó la reina, provocando que su esposa se sonroje y no pueda evitar bajar la mirada y negó lentamente. Las cejas del ser inmortal se alzaron por unos segundos—. Oh, vamos. Dime que mi niña no sabe que es preciosa.
Una vez más, la taiwanesa negó con la cabeza—. No...
—¿Me estás contradiciendo? —la boca de Sasha volvió a acercarse a la oreja de la chica—. Porque verás, yo soy mentirosa. . . Pero no necesito serlo con mi esposa —lamió el lóbulo antes de sostenerla mejor y observarla—. Deberíamos volver. En tu casa no tardan en despertar, y será extraño si te ven en las escaleras con los ojos vendados.
Marcy no pudo evitar reír y alzo su rostro, pidiendo un beso, obteniéndolo con gusto. Suspiró profundo, con su pecho llenándose de amor.
—Te amo —lo dijo porque lo siente, y porque creyó que talvez puede tener la oportunidad de que su esposa la corresponda.
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Dancing With The Devil //Sasharcy
RomanceEs 1967 y Marcy está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Cansada de un dios que finge oídos sordos, toma sus propias riendas as escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurre a la mismísima Diabla? ¿Qué tan rápido le o...