Unos fuertes golpes en la puerta de su habitación provocaron que sus ojos se abrieran muy lentamente, intentando acurrucarse aún más entre las mantas, buscando un calor que sentía perdido.
—Marcy, despierta. Debes ir a la escuela —oyó la voz exigente de su madre provenir del otro lado de la habitación—. Te preparé el desayuno —lo siguiente que la azabache oyó fueron pasos en la escalera y "Dominique" siendo reproducido nuevamente, una y otra vez.
Sintió una mirada sobre ella cuando, nuevamente intento conciliar el sueño, recordó haberse dormido en plena oscuridad, con la Diabla de pie, frente a su cama, observándola. Le arden un poco los ojos al haberse dormido entre un silencioso llanto, y el pitido en su oído izquierdo le estaba sacando de quicio. Pero al menos su alma continua en su cuerpo.
En cuanto sus enormes ojos cafés se abrieron, notó una figura sentada sobre la cama, a su lado. Observó por unos pequeños segundos cada anillo en los largos dedos de la Diabla, admirando los raros símbolos que apenas relucen de estos. Teme alzar la vista y observar el rostro contrario, pero una vez lo hizo, simplemente se encontró con una firme e intimidante mirada sobre ella, manteniendo un semblante muy serio.
El pitido de su oreja aumentó cuando sus miradas se cruzaron por unos segundos, así que tuvo que observar hacia otra parte de la habitación.
—¿Te asusté? —las cejas del ser infernal se alzaron, tiene una sonrisa burlona y su tono es tan sarcástico al punto en el que Marcy tuvo que morder su lengua con fuerza, recordando que no puede responderle de manera grosera a la mismísima reina del inframundo.
Negó lentamente con la cabeza antes de suspirar, sentándose en la cama con lentitud. Está despeinada, le arden los ojos, y aún continúa sintiendo el profundo malestar. Su mirada se dirigió hacia la Diabla, la cual simplemente la observa, sin ninguna expresión en su rostro.
—Buenos días —dijo esta última, y se inclinó hacia la mundana. La respiración de Marcy quedó atascada en su garganta mientras su cuerpo empieza a temblar, temiendo lo que podría suceder. Sin embargo, jamás se hubiese esperado un suave beso en su frente. Aun con la mirada en las mantas, formó una línea en sus labios cuando los presionó entre sí, sonrojada y provocando que, lentamente, la Diabla sonriese de lado.
— Pura como el veneno.
—¡Marcy! —unos golpes en la puerta la hicieron dirigir su mirada hacia esta, y ni siquiera le fue necesario voltearse para notar que la diabla ya no está junto a ella.
Suspiró, poniéndose de pie y tomo el uniforme de la escuela antes de dirigirse hacia el baño, no sin antes avisarle a su madre que está despierta. Se duchó rápidamente, lavando bien su cuerpo y buscando, de alguna forma, sentirse nuevamente bien.
No funcionó.
Al salir, se secó y vistió. El uniforme es muy aburrido: una falda verde, zapatos cafes, junto a una camisa blanca con el emblema del colegio, una chaqueta color gris y unas medias blancas. Su pelo está húmedo, y tiene un aspecto de moribunda.
Comienza a acostumbrarse, y apenas lleva pocos días de la invocación. Suena extraño siquiera pensarlo, como si fuese lo más normal del mundo tener a la Diabla acechando en donde sea que estuviera.
Una vez terminó, se dirigió a su cuarto y preparó su mochila con sus deberes.
Subió los escalones del sótano, con su maleta, e intentó evadir el tocadiscos, pasando rápidamente, por un lado de este antes de que la canción volviese a comenzar.
Una vez en la cocina, se sentó en una silla, con el desayuno sobre la mesa y su hermana mayor en la silla del frente. Probablemente, esta lo había hecho, ya que su madre está limpiando.
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Dancing With The Devil //Sasharcy
RomantiekEs 1967 y Marcy está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Cansada de un dios que finge oídos sordos, toma sus propias riendas as escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurre a la mismísima Diabla? ¿Qué tan rápido le o...