❛ TRABAJAR JUNTOS ❜ | Norman The Promised Neverland

𝐈𝐕

Sentía que me desmoronaba por dentro, nunca había desconfiado de ninguno de nosotros, ¿y como hacerlo? Si habíamos crecido juntos al punto de tener bastante confianza y ser honestos.

Pero ahora, había un traidor, alguien que le contaba a mamá cada uno de nuestros movimientos y planes.

Aunque sea difícil de creer, era algo muy probable, por eso mamá actuaba de esa manera.

—Si encontramos al espía... —continuó Ray—... ¿Seguirá en pie lo de contarle todo a Gilda y a Don?

—No hay de qué preocuparse —aseguró Norman—. Un espía podría ser nuestro as en la manga.

—O sea, que si les proporcionamos información falsa podremos confundirlos —hablé—, y así aprovechar la situación.

—Exacto —Norman me dio la razón de mala gana—. De hecho, ya puse una trampa.

Los tres nos sorprendimos por el repentino comentario de Norman, el era bastante rápido y astuto, aunque me costara aceptarlo

—¡Se acabó el descanso! —habló Don a lo lejos—. Vamos por la siguiente ronda.

Estábamos jugando a las traes con ellos, y en los tiempos de descanso, aprovechábamos para seguir a con el plan de escape.

—Ella tiene la situación bajo control —Ray se refirió a mamá.

Se quedó callado mirando a otro lado, hasta que Norman comenzó a preguntarle sobre el tema de los transmisores.

—¿Cómo va el plan con los transmisores?

—Bien —respondió.

—¿En cuánto tiempo estaría listo?

—En unos quince días... —dudó— ...No, en unos diez estaría listo.

Emma y yo nos miramos a la vez, sorprendidas. No solo Norman era rápido, si no que Ray también.

—Bien —Norman sonrió—, la fuga será dentro de diez días. Escaparemos el 8 de noviembre.

Era demasiado rápido, pero preferiría eso a ver como son enviados en "adopción", no quería que nadie más sufriera aquel dolor. Nadie mas lo haría.

Después de terminar de jugar, no sabía como ver a la cara a todos los demás.

Gilda, Don, Anna, Nat, Lani, Thoma, y todos los que faltaban. Los amaba demasiado, y no podía verlos como traidores, espías de mamá, pero Ray había dicho que debía de ser fuerte, había que sospechar aunque no me guste.

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Como faltaban diez días para nuestra fuga, debíamos de apresurar nuestros pasos y reclutar de una vez, a Don y a Gilda.

Para eso, los habíamos citado a cierta hora de la noche en la inmensa biblioteca de la casa, un lugar que para mi, era demasiado grande e increíble. Un lugar lleno de libros interesantes, con historias distintas que te atrapaban.

Y aunque no me gustara leer tanto como a Ray, de vez en cuando disfrutaba de una buena tarde leyendo dentro de los rincones de la biblioteca.

Mientras subía las escaleras en compañía de Ray, Emma y Norman, hablábamos sobre qué les diríamos.

—¿Cómo se lo vamos a decir? —nos preguntó Ray—. No crean que todos van a ser como yo, que les creí al instante —miró de manera amenazante a Emma.

Emma rió nerviosa, y yo solté una pequeña risita.

—En realidad —Norman se detuvo mientras subía las angostas escaleras—, no les diremos toda la verdad.