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Habíamos llegado a la Quijada del León, lo habíamos logrado.

Todos iban de un lado a otro, explorando cada rincón y pasillo de este lugar, pero era tan enorme que creí que jamás lograrían ver todo.

Era increíble como esta enorme aldea pudo haber sido construida, y no tuve duda de que allá afuera habían aún más cosas increíbles por descubrir.

De todos las habitaciones y lugares que habían, no sabía a cual ir de todos ellos, por lo que mejor opté por seguir a Norman.

Vincent y yo éramos los mas apegados a él, porque donde estuviera Norman, estaríamos Vincent y yo también.

Pero era curioso como las cosas habían cambiado a comparación del orfanato. Claro que habíamos cambiado físicamente, y mucho, pero también nuestra relación y emociones eran distintas.

Antes no era capaz de estar junto a él más de cinco minutos, pero ahora siempre estábamos juntos.

—¿Qué es lo que buscas? —le pregunté a Norman.

—Necesito una oficina —dijo—. Un lugar que sea mío.

Así que decidimos ayudarle, en alguna parte de esta enorme aldea debería de haber una especie de despacho.

Abrió una puerta algo grande, y adentro estaba su lugar perfecto, el espacio que tanto buscaba estaba ahora delante nuestro.

Tenía sillones, estanterías con algunos libros desgastados y llenos de polvo, un escritorio con su respectiva silla detrás de este.

Todo aquí estaba sucio y empolvado, tan vacío que cualquier cosa que tocáramos nos llenaba de telarañas y suciedad.

Pero aún así, esta oficina era bastante agradable. Norman se acercó a las estanterías y comenzó a observar los libros que habían sido abandonados hacía mucho tiempo.

Mientras, yo fui al escritorio a mirar que había en los cajones que estaban llenos de telarañas.

—Vincent, deberías de ir a explorar un poco —Norman le sugirió al verlo de pie solo mirándonos.

—Está bien —dijo y salió dejándonos solos.

—¿Quieres que me vaya también? —le pregunté, creyendo que quería decirme lo mismo a mí indirectamente.

—Si tú quieres —dejó de hacer lo que estaba haciendo—. Pero preferiría que te quedarás.

Me levanté al instante, con un ligero rubor en mis mejillas. ¿Qué había sido eso?

—Necesitamos comenzar a planear muchas cosas —tomó asiento en la silla.

Ah, así que eso era a lo que se refería. Quizás, solo quizás me había emocionado un poco con esas palabras.

Me senté delante de él, poniendo atención a cada plan que hacía, y yo iba a estar dispuesta a ayudarlo sin importar que.

Teníamos conocimiento de que habían más granjas, pero no eran idénticas a las de Grace Field o unas de calidad premium.

Si no que estás eran de producción en masa, todos eran para los plebeyos, quienes no podían tener acceso a la calidad premium.

Pero igualmente todos los niños que se encontraban ahí, sufrían de un mal trato. No era para nada parecido a lo que vivimos nosotros en Grace Field.

Quería que todos fueran libres, no solo unos cuántos de nosotros. Todos teníamos que ser libres, iba a luchar por un buen futuro para cada uno de ellos.

Aunque esta travesía estaba costando demasiado, especialmente en nuestra salud. Cada día era bastante pesado al tener algún ataque de tos, que seguramente contenía algo de sangre.

❛ TRABAJAR JUNTOS ❜  |  Norman The Promised NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora