CAPÍTULO 2

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ZACK FARADAY

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ZACK FARADAY

La personalidad "difícil" de Bruce Dangerfield no era un secreto para Zack. Sabía que el hombre tenía la sangre caliente y la mecha corta, ¿El único problema?

Zack también.

Pregúntenle a su padre, a sus maestros de preparatoria o a cualquier policía en la estación de Dallas, Zack tenía problemas para aceptar órdenes, todavía más para acatarlas. Ese era uno de los motivos por los que disfrutaba del deporte, le proveía de una disciplina que no lograba adoptar en ninguna otra actividad. Y ahora que las órdenes venían de Bruce, debía descubrir la manera de hacer que esto funcionara. Sin importar que tan gruñón, cabezadura y cretino fuera.

Hombre mandón, chico rebelde, esto saldrá genial... pensó suspirando.

Zack bajó de las escaleras soltando un bostezó.

—Buenos días —llamó entrando a la cocina.

Bruce, plantado delante de la estufa, respondió con uno de sus característicos gruñidos.

Zack rodó los ojos y tomó asiento.

El hombre movía la espátula sobre la sartén el siseo de la comida cociéndose y el delicioso olor que emanaba hicieron que su estómago gruñera, no había comido nada desde el vuelo por lo que ahora sentía que podría comerse a una vaca entera.

Esperó con paciencia a que Bruce terminara de cocinar para tomar la estufa y prepararse el desayuno, mientras paseó la mirada por la cocina. Paredes blancas, muebles grises, platino y café, la casa era grande pero de diseño minimalista, con pisos de mármol y plagada de tecnológica, le recordaba bastante a la mansión mostrada en las películas de Iron man. Se preguntó porque un solo hombre necesitaría tanto espacio, supuso que más que necesitar, era cuestión de demostrar, asumió que Bruce buscó una casa que dijera "quise y pude".

Desvió su mirada al hombre y la mantuvo en él. Bruce no vestía nada más que un pantalón deportivo gris, desnudo de los tobillos para abajo y de la cintura hacia arriba, exhibía su musculatura que, para el resto resultaba intimidante y que para él le resultaba intrigante.

Querían un físico así, no era que lamentara el suyo, su cuerpo era fuerte y rápido, digno de mostrarse en una playa, pero el de Bruce estaba marinado por los años, afilado tras cientos de peleas, llevado al punto pico de su capacidad.

Se preguntó cuántas veces esas piernas lo pusieron de pie, cuantos golpes habían dado esos brazos, cuántos había recibido esa espada que, más que carne y huesos, parecía una muralla inquebrantable.

Zack por su parte vestía un pantalón de pijama de franela roja que le robó a su padre y una camiseta que Cooper, su hermano, le regaló, una color gris que exhibía en el centro una carita feliz amarilla volteada de cabeza.

SOMÉTEME (YAOI HARD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora