Sométeme... utilízame... luego déjame...
Forzado a entrenar a un talentoso pero rebelde joven, Bruce Dangerfield se ve enfrascado en las dos tareas más difíciles de su vida.
Moldear a un joven a su imagen y semejanza tanto en el ring como en la cama...
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BRUCE DANGERFIELD
Era curioso cómo algo tan simple como un golpe podía determinar tanto en la vida de una persona.
Podía representar la diferencia entre la vida y la muerte en una pelea.
Podía representar la diferencia entre victoria y fracaso en una competencia.
Podía representar la diferencia entre jamas y por siempre en una discusión.
Golpe a golpe, Bruce se aseguraba de empeñar toda su fuerza en cada puñetazo, los daba con todo el cuerpo, con toda el alma. En el negocio de las artes marciales mixtas cada golpe contaba por lo que, cuando se trataba de sus golpes, siempre les proporcionaba el respeto y el peso que merecían.
Por eso fortalecía sus brazos todos los días, por eso mantenía su cuerpo al limite, no había llegado a donde estaba holgazaneando, estaba en la cima porque daba más que los demás; mientras otros dormían, él entrenaba, mientras otros descansaban él se mantenía en movimiento.
Así había sido hasta ahora, así será siempre.
—¿Brucy-pooh?
Bruce soltó un último golpe y sus hombros bajaron en una exhalación.
Esto no era bueno.
—Reconozco ese tono, estás por decir algo que no me va a gustar —Bruce bajó los brazos—. ¿Estás terminando conmigo?
—Cariño terminar contigo implicaría que en algún momento te cedí el honor de salir conmigo —Zarina, su representante, dijo con ese sarcasmo que era tan natural en ella—. Y no. Lo que te tengo que decir tiene que ver menos conmigo y más contigo.
Bruce se dio la vuelta y entonces afrontó la situación.
La situación en cuestión era un joven de cabello rubio cenizo, piel bronceada y ojos verdes. El chico tenía una sonrisa en el rostro que decía "Tengo sueños grandes" y una mirada que decía "No pararé hasta cumplirlos", arrogancia dibujada en todo su semblante, una que le resultaba particularmente familiar.
Bruce no pudo evitar rodar los ojos.
—Si es lo que creo que es, olvídalo.
—Es exactamente lo que crees que es —Zarina informó—. Bruce, este joven es Zack Faraday, primer lugar del último campeonato de artes marciales mixtas juveniles y tu nuevo pupilo a partir de ahora.
El joven dio un paso al frente y le ofreció su mano.
—Es un placer, señor Dangerfield.
—Creí que ya habíamos tenido esta conversación —Bruce le dijo a su representante, sin siquiera tomarse la molestia de mirar la mano del joven.
