ZACK FARADAY
Zack tomó un puñado del cabello de su mentor con la mano izquierda y su propia erección en la derecha, comenzó a acariciarla justo delante de su rostro.
—¿Lo quieres? —tentó agitando su erección en su puño—. ¿Quieres esto?
Bruce se lamió los labios y asintió, ojos verdes fijos en la goteante punta que brillaba gracias a la luz de la luna.
Zack sonrió.
Movió su cadera hacia el frente hasta que la punta de su erección hizo contacto contra los labios cerrados de Bruce.
El hombre no los abrió, sabía que estaban sellados por las órdenes de su pupilo.
De su dueño.
Zack continuó aplicando presión, dejando que su erección se deslizara por su rostro hasta terminar vertical, atrapada entre su abdomen y el atractivo rostro de Bruce Dangerfield.
Movió su cadera y cerró los ojos, gozando del raspar de su barba contra la sensible carne de su erección.
Podía sentir su desesperado aliento contra su abdomen, sus rodillas contra los dedos en sus pies, el calor de su desnudez.
Se sentía bien, tener a alguien así de poderoso, así de influyente, así de orgulloso, de rodillas para él. Solo para él.
Cediendo.
Delegando.
Obedeciendo.
No era la clase de hombre que obedeciera órdenes de nadie, lo que hacía su sumisión todavía más satisfactoria.
—Mírame... —Zack jadeó bajando la mirada—. Mírame a los ojos.
El pecho de Bruce subió y bajó tres veces antes de que sus pupilas se pusieran en movimiento. Subieron de los pies de Zack a sus rodillas, de sus rodillas a su erección y dubitaron un instante en su ombligo antes de subir su mirada verde hasta la de Zack.
Y por un instante, Zack casi se pierde en el infinito abismo que eran esos ojos verdes, tan cargados de pasado y experiencia, tan intimidantes para cualquiera pero tan intrigantes para él.
Dios, lucía increíble, un cuerpo así de poderoso sometido bajo su voluntad.
Por deseo propio.
Zack no pudo contenerse.
Con labios abiertos y dientes cerrados, eyaculó en el rostro de su mentor.
En su frente.
En sus mejillas.
En sus labios.
Zack cubrió su rostro con el perlado blanco de sus ganas.
Sus párpados vibraban amenazando con cerrarse, tuvo que luchar con sus ojos para no perder el enfoque, para no perder los ojos de Bruce de vista.
Porque no había acto de sumisión más grande que recibir una corrida de en el rostro.
Y Zack no quería perderse ni un segundo de eso, no cuando la vista que tenía desde donde estaba era tan perfecta.
Su polla en mano, larga y roja palpitando desde sus bolas hasta la punta, semen siendo eyectado directo en la frente de Bruce, desparramandose por su rostro. Bruce de rodillas, manos detrás de su espalda, sus muñecas juntas por nada más que sus órdenes y su capricho.
Mirada en la suya, llena de sumisión pero también de promesa.
La promesa de tomar venganza tan pronto se presentara la oportunidad.
El orgasmo cesó.
Su polla dejó de palpitar.
Y Zack recobró la cordura suficiente para poder volver a hablar.
—Te cedí el privilegio de tener mi esperma en tu cara —Zack alzó el mentón—. Así que dame las gracias.
Zack se había corrido, así que Bruce había recuperado el derecho de hablar.
Su cuello se contrajo antes de responder.
—Gracias.
El semen comenzó a gotear desde su barba hasta su pecho, un par de persistentes gotas descendieron hasta tocar sus pezones, unas cuantas hasta alcanzar los músculos en su abdomen.
Zack se sentía en un trono, un trono donde solo Bruce podía sentarse, uno que aún conservaba su calor. No pudo evitar sonreír.
—Regálame una sonrisa —ordenó—. Pega tus labios a la punta y sonríe para mi un gracias.
Bruce, lentamente obedeció la instrucción mientras Zack contemplaba atento su orgasmo brillando sobre su piel, condensándose más con cada segundo que pasaba.
—Gracias.
La sonrisa de Zack creció.
—Gracias ¿Qué...?
Podía verlo, su orgullo y su deseo peleando el uno contra el otro, revoloteando detrás de sus ojos, determinando cual de los dos destacaría en esta situación.
Al final su deseo venció, siempre lo hacía cuando se trataba de Zack.
Bruce se lamió los labios antes de responder.
—Gracias —tragó saliva—. Daddy.
—.—.—.—.—.—.—.—
Como dije, algo un poco diferente a lo que suelo escribir.
Este podría considerarse un spin off de mi otra novela "Mi sexy guardaespaldas" pero no del todo, ya verán por qué.
¡Ojalá disfruten mucho de esta pareja!
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SOMÉTEME (YAOI HARD)
RomanceSométeme... utilízame... luego déjame... Forzado a entrenar a un talentoso pero rebelde joven, Bruce Dangerfield se ve enfrascado en las dos tareas más difíciles de su vida. Moldear a un joven a su imagen y semejanza tanto en el ring como en la cama...