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BRUCE DANGERFIELD
Bruce salió del baño secándose la cabeza con una toalla y acariciándose el hombro con la otra. Ahora que Zack ya estaba en la forma suficiente para darle relativa pelea, Bruce terminaba cada vez más adolorido después de los entrenamientos, se sentía tan emocionado como molesto al respecto.
Su piel seguía húmeda por el vapor del baño, podía sentir la tela de su camiseta firmemente pegada a su espalda y el frío de la noche entrando por las ventanas resaltaba la gélida humedad en su cabello. Se detuvo frente a uno de los espejos en su camino, de esos que colgaban por los pasillos.
Miró su cabello ondulado que usualmente mantenía recortado y en orden cayéndole por la frente y acariciándole las cimas de sus orejas, notó que las ojeras bajo sus ojos comenzaban a desvanecerse y que su rostro tenía más color, como si se le hubieran inyectado vitalidad en las venas sin su conocimiento. Hasta su mirar tenía un brillo, uno renovado que no había visto en mucho tiempo. Se preguntó el motivo y su cerebro le disparó de vuelta una respuesta que se negó a admitir.
Sus ojos pasaron a su barba, notando las canas que comenzaban a decorar su barbilla y las pocas otras que comenzaban a resaltar su sienes. Esas, no tuvo que preguntarse de dónde salieron o quien las causó, definitivamente no estaban allí antes de que Zack llegará a su vida.
Se preguntó dónde estaría el chico y la respuesta llegó en forma de una melodía que no había escuchado antes, pero que se sentía extrañamente familiar, quizás le había escuchado tararearla en alguno de sus entrenamientos.
Siguió el trayecto trazado por las notas y terminó en el patio trasero de la mansión. Donde Zack yacía sentado a la orilla del pórtico con una guitarra en los brazos.
♫♬♪
Nuestras heridas eran tan parecidas que parecían calcadas una sobre la otra, sangraban al mismo tiempo y en misma cantidad...
Hasta nuestras cicatrices parecen gemelas...
Nuestros corazones laten al mismo tiempo, al mismo ritmo...
No pudimos evitarlo, nuestros corazones se unieron y en el proceso, tus costillas se entrelazaron con las mías, nuestras venas cruzaron caminos, tu sangre se volvió mía...
Y antes de darnos cuenta, nuestros destinos se volvieron uno...
♫♬♪
Bruce se acercó despacio y se inclinó contra el marco, brazos cruzados, un talón delante del otro. Permaneció callado mientras escuchaba al chico susurrar la canción al cielo, como si tratara de contarle un secreto a la luna.
La melodía era melancólica y nostálgica al mismo tiempo, el rasgar de las cuerdas era suave, como si Zack temiera romperlas con las puntas de sus dedos. Nunca había visto al joven así, tan quieto, tan inerte.
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SOMÉTEME (YAOI HARD)
Roman d'amourSométeme... utilízame... luego déjame... Forzado a entrenar a un talentoso pero rebelde joven, Bruce Dangerfield se ve enfrascado en las dos tareas más difíciles de su vida. Moldear a un joven a su imagen y semejanza tanto en el ring como en la cama...