Capítulo 33: Hecho de sol y estrellas.

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❝ Dans une langue que personne ne comprend dont les mots se sont défilés et au creux d'un saule pleureur, je t'éviterai les douleurs

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❝ Dans une langue que personne ne comprend dont les mots se sont défilés et au creux d'un saule pleureur, je t'éviterai les douleurs. Mais nos corps fleuriront en larmes ❞

Airy.

Pensaba que las pesadillas desaparecerían.

Pero no lo hicieron.

Nunca lo harían.

Me perseguirán de por vida y eso me consumía por completo.

El silencio y la oscuridad que imperaba en el apartamento dejaba entrever un ambiente desolador, desesperante.

Jamás me había gustado la soledad.

No necesité ni ver el reloj para saber que era de madrugada y que era mi cumpleaños. Y lo detesté con toda mi alma porque ni siquiera antes de la muerte de Niss me gustó celebrarlo, luego de perderlo fue incluso peor.

¿Era egoísta querer reclamarle por haber fallecido un once de marzo? Tal vez, pero siempre quise preguntarle el motivo antes.

Me levanté de la cama de un salto y me vestí con una sudadera y pantalones de chándal holgados, todo de negro. Me coloqué la capucha y salí de casa sin saber a dónde ir. Mis pies parecieron dirigirse al único lugar al que no quería ir: el cementerio de Solaris.

Contemplé la entrada por lo que pareció una eternidad. ¿Qué pensaría la gente si me veía entrar en un sitio tan lúgubre a las tres de la mañana? Mi respuesta hubiera sido que iba a hacer un ritual satánico o saquear tumbas, pero tal vez a la policía no le haría la misma gracia que a mí.

Salté las oxidadas rejas, sin la necesidad de indagar mucho para reencontrarme con la cuidada lápida del sepulcro que iba a visitar.

—Ey, Niss —saludé—. No he traído ningún regalo.

El aire siempre parecía cambiar de sentido y apaciguarse cuando le hablaba, como si pudiera oírme.

Me senté al lado del trozo de piedra con su nombre grabado y abracé mis rodillas.

—Han pasado muchas cosas desde la última vez que vine —murmuré—. Cuando el año pasado te dije que esperaba que la vida se volviera más divertida no pensé que todo acabaría yéndose a la mierda.

Silencio.

—¿Sabes lo peor de todo? Que ni siquiera es tan malo.

Una suave brisa acarició mi mejilla.

—No te lo he podido contar jamás porque me avergonzaba, pero me volví un adicto —confesé—. Estoy mejor, lo prometo, así que no te enfades.

El profundo ululo de un búho me sobresaltó.

—A veces se vuelve difícil no volver a las pastillas porque no hay nadie que comprenda por qué lo hice. —Tragué saliva—. Sé que hice mal, pero ¿tanto como para que todo el mundo me odie ahora?

Aquella melodía de verano © [BL] ✓ #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora