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Pedido de: otaku-mas, espero y te guste! :D
[GL, Koku fem, Kokushibo será también llamada Kokuyime]

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Tamayo y Kokushibo tenían una linda relación, en la cual se apoyaban y ayudaban mutuamente, pues cuando Tamayo hacía sus medicinas o venenos, Kokushibo le ayudaba a conseguir los materiales o a ser una prueba, confiando en su novia de que no le pasaría nada.

Kokushibo amaba a su novia, pues era un persona muy comprensiva, linda, tranquila, te daba consejos, todo lo que podía desear Kokushibo. Ya qué esta había estado en una relación recientemente, sin embargo no funcionó, su ex novia la había traicionado y humillado de la forma más ridícula posible, frente a un público, la odiaba.

Pero, aquella bella chica de ojos morados había estado en sus momentos más tristes, ayudándola a olvidar aquello, ella estaba ahí para apoyarla, la amaba, Tamayo había estado cuando más la necesitaba.


Al igual Tamayo, amaba a su novia, aun no podía comprender por que la chica le había hecho eso a su pareja, si ella era lo más puro y hermoso del mundo. Su bella novia lo era todo, tranquila, comprensiva, te ayudaba en todo aunque no lo entendiera, siempre te daba tu lugar, te presentaba como era debido. Esa chica era muy tonta al perderse tal belleza como esta.

Se encontraba en su habitación, sentada viendo hacia la ventana, la cual reflejaba la luz de la luna siendo brillante y hermosa, acompañada con unos cerezos a los lados. Al ver tan hermoso paisaje la hizo recordar cuando ella y Kokuyime, como a ella le gusta llamarle, se hicieron novias.

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Una bella noche azulada, la cual era acompañada por una mujer de ojos morados, que cuando los veías te perdía en ellos, eran como rubís morados.

Al igual siendo acompañada por una Luna, un Demonio la cual era la mano derecha del Rey de los Demonios, las dos no se habían dado cuenta de la presencia de la otra. La Luna miraba hacia el suelo, caminando sin un rumbo fijo.

Tamayo quien se había percatado de la presencia de la mayor, asustandose un poco, ya que esta era un Demonio más peligrosa que ella, sintió un poco de temor de solo ver a aquella Luna. Aunque, no mentiría, aquella Luna era alguien muy bella, le pudo ver sus ojos, ojos decaídos con un amarillo penetrante. Al igual sus pestañas, pestañas de color negro muy largas.

Se acercó a la Demonio, quien no le dijo nada, no tenía los ánimos de entablar una conversación con alguien, la persona que amaba la había humillado. Se quedo quieta al sentir la presencia de alguien igual que ella, sin embargo era menor la impotencia.
Miro hacia abajo encontrándose con la pelinegra, quien tenía una cara de temor y curiosidad a la vez. Tamayo estaba algo sorprendida por la mayor, no sabía que le había provocado aquella Luna, parecía como si se hubiese enamorado, amor a primera vista.

Se acercó a la Demonio más grande, ignorando el hecho de que podía matarla con sólo mover su espada. Había algo en aquella Luna qué le provocaba curiosidad. ¿Será por las ojeras adornando bajo sus ojos? ¿Por su vista fría y demandante? No lo sabía, pero algo le decía que esa Luna era maravillosa.

-Eh.. Soy Tamayo- Se presentó con algo de temor. Kokushibo le importaba un comino como se llamara la chica, ella quería estar sola, no quería ver a nadie, aunque, no lo admitiria esa chica le daba algo de tranquilidad, posiblemente sea por que estaba en un estado vulnerable, en el cual quería a alguien que la animará.

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