Me llamo Sofía, tengo 17 años y la vida siempre había sido una melodía serena hasta que un par de encuentros inesperados sacudieron mi mundo tranquilo y lo convirtieron en un escenario de confusión y dudas.
Era un lunes soleado cuando mis zapatos resonaban por los pasillos del Instituto Victoria. Mientras buscaba mi casillero, dos voces animadas interrumpieron mis pensamientos.
—¡Eh, Sofía! ¿Qué tal el fin de semana? —exclamó Lucas, un chico de pelo oscuro y sonrisa cautivadora.
—¡Hola, Sofía! ¡Feliz lunes! —añadió Martín, su amigo de ojos risueños.
Respondí con una sonrisa, un tanto nerviosa por la repentina atención. Lucas y Martín eran dos de las personas más populares del instituto y encontrarme en medio de su energía era como entrar en un torbellino de emociones.
—Hola chicos, ¿cómo están? —dije, tratando de ocultar mi sorpresa.
El timbre resonó, indicando que la primera clase estaba por comenzar. Nos dirigimos hacia el aula de Historia, mi corazón latía con fuerza ante la singular sensación de estar en medio de un drama adolescente.
Mientras nos sentábamos en nuestros lugares habituales, no podía evitar notar las miradas cómplices entre Lucas y Martín. ¿Qué significaban esos gestos? ¿Por qué mi corazón parecía latir más fuerte en su presencia?
La clase transcurrió en un torbellino de información y emociones encontradas. Lucas y Martín se veían cada vez más interesados en incluirme en sus conversaciones, en compartir risas y secretos que solo ellos dos parecían entender.
Al finalizar la clase, mientras salíamos del aula, Lucas se acercó sigilosamente y me susurró al oído:
—¿Nos vemos en el patio durante el almuerzo, Sofía? Tengo algo que quiero contarte.
Mi mente se llenó de incertidumbre y anticipación. ¿Qué podría querer decirme? ¿Por qué me sentía tan atraída por su presencia, a pesar de tener a mi novio en mis pensamientos?
Al acercarse la hora del almuerzo, caminé hacia el patio con el corazón en un puño. Mis pasos resonaban en mi mente, marcando el inicio de una historia llena de confusión y dilemas emocionales que desafiarían mi concepto de amor propio y lealtad